El titulo de este episodio es “Lengua de Oro

Su predicación era tan buena, que lo llamaron Boca de Oro.

Juan Crisóstomo fue criado por una madre viuda en la ciudad de Antioquía. Durante la segunda mitad del 4º siglo, Antioquía era una ciudad muy importante del Imperio Romano Oriental y un centro importante del pensamiento cristiano y la vida. Procedente de una familia acomodada, la joven madre de Juan decidió quedarse viuda y dedicarse a la educación de su hijo. Ella contrató a un tutor llamado Libanius, amigo íntimo del Emperador Juliano el Apóstata. Libanius inculcó en Juan un amor de los clásicos Griegos y una pasión por la retórica que sentó las bases para su vida adulta.

Empezó su carrera como abogado, pero cuando escuchó el Evangelio, se convirtió en un creyente y fue bautizado en el año 368. Su celo lo llevó a seguir lo que en ese tiempo se consideraba el ejemplo mas cercano de lo que significa seguir a Jesús, se convirtió en un monje. Pero la privación de la vida ascética arruinó su salud. En 380, salió de su cueva para reincorporarse a la vida en su ciudad natal de Antioquía. Seis años más tarde, el Obispo Juan lo ordeno sacerdote y comenzó una notable carrera de predicador.

Durante este tiempo, él escribió Sobre el Sacerdocio, una justificación de su demora en entrar al sacerdocio, que también era una mirada madura a los peligros y posibilidades del ministerio. Él escribió, “no sé si alguien ha conseguido el no disfrutar de ser alabado. Y si él lo disfruta, naturalmente quiere recibirlo. Y si quiere recibirlo, él no puede dejar de ser angustiado y desesperado por perder esa alabanza.”

Fue en Antioquía que la predicación de Juan Crisóstomo se comenzó a notar, sobre todo después de lo que ha sido llamado “El Asunto de las Estatuas.”

En la primavera del año 388, una rebelión estalló en Antioquía sobre el anuncio de un aumento de impuestos. A modo de protesta, las estatuas del Emperador y su familia fueron profanadas. Funcionarios Imperiales respondieron castigando a los líderes de la ciudad, donde fueron tan lejos como matar a algunos. El Arzobispo Flavio fue apresuradamente unos 800 kilómetros a la capital en Constantinopla, para rogar al Emperador por clemencia.

En ausencia del Arzobispo, Juan predicó a la atemorizada ciudad: “Deben mejorarse vosotros ahora verdaderamente, no como cuando durante uno de los numerosos terremotos o en el hambre o la sequía o en visitas similares que abandonaron su pecando durante 3 ó 4 días y luego comenzaron la vida antigua otra vez.” Cuando Flavio regresó 8 semanas después con la buena noticia de la gracia del Emperador, la reputación de Juan había aumentado de gran manera.

A partir de entonces, él estaba en demanda como predicador. Predicó a través de muchos libros de la Biblia, aunque tenía sus favoritos. “Me gustan todos los santos”, dijo, “pero Pablo mas que todos – ese vaso de elección, es la trompeta del cielo.” En sus sermones, denunció el aborto, la prostitución, la gula, el teatro y el juramento. Sobre el amor de las carreras de caballos, se quejó, “Mis sermones son aplaudidos meramente de costumbre, entonces todo el mundo corre a las carreras de nuevo y da mucho más aplausos para los jinetes, mostrando efectivamente una pasión desenfrenada por ellos! Allí pusieron toda su enfoque con gran atención, y decían con una rivalidad mutua, “Este caballo no funcionó bien, este tropezó’, y uno le gusta este jinete y otro a ese otro. Nadie piensa más de mis sermones, ni del santo misterio y asombroso que se realizan allí”.

Con su gran cabeza calva, sus ojos profundamente arraigados, y las mejillas hundidas, les recordaba a la gente de Eliseo el profeta. A pesar que sus sermones, duraban entre 30 minutos y 2 horas, siempre fueron bien atendidos, pero a veces se volvía desalentado: “Mi trabajo es como el de un hombre que intenta limpiar un trozo de tierra en el que un arroyo fangoso fluye constantemente.”

La predicación y la enseñanza ha sido siempre el centro de la labor de un sacerdote, pero bajo Juan, cobró un nuevo significado. Sus mensajes fueron marcadamente diferentes de la mezcla alegórica común en ese momento. Los sermones de Juan eran al punto, literales, con interpretaciones y aplicaciones de las Escrituras. Más de 600 de sus mensajes han llegado hasta nosotros, de modo que podemos sentir la fuerza de su elocuencia, que le termino dando el apodo de “Crisóstomo o boca de oro.” Aunque él era bajo de estatura, la calidad de su voz era notable. Él podía ser escuchado claramente por grandes multitudes.

A principios del año 398, Juan fue capturado por soldados y trasladado a la capital, donde fue consagrada por fuerza como Obispo de Constantinopla. Su secuestro fue organizado por un funcionario del gobierno, quien quería adornar a la iglesia de la capital con el mejor orador del Cristianismo. En lugar de rebelarse contra la injusticia, Juan lo aceptó como la providencia de Dios.

Pero en lugar de suavizar sus palabras para su nueva y más prestigiosa audiencia, muchos de ellos de la casa Imperial y la corte, Juan siguió los mismos temas que había predicado en Antioquía. Él criticó los abusos de poder y riqueza. Su propio estilo de vida se convirtió en un escándalo porque se negó seguir la decadencia que los ricos e influyentes y los regales que ellos le daban. En lugar él vivió una vida ascética, y utilizó su considerable presupuesto familiar para el cuidado de los pobres, y construir hospitales.

Él continuó predicando contra los grandes pecados públicos. En un sermón en contra del teatro, él dijo, “mucho después de que el teatro este cerrado y todo el mundo se halla ido a sus casas, esas imágenes (y aquí él hablaba de la desnudez de los actores y actrices] aún flotan ante su alma, sus palabras, su conducta, sus miradas, sus paseos, sus posiciones, su excitación, sus extremidades sin castidad.… y allí dentro de ti el pecado enciende el horno Babilónico en el que la paz de su hogar, la pureza de su corazón, la felicidad de su matrimonio será quemado!”.

Ayudando a Juan a enfrentar este desafío público en contra del exceso Imperial hubo una popular y rica mujer llamada Olympias. Olympias quedó viuda después de sólo 2 años de matrimonio a uno de los hombres más ricos del Imperio. Ella igual procedía de una familia acomodada y con sólo 25 años de edad, era una de las personas más ricas del mundo. Pensando que una mujer no sabía cómo manejar todo ese dinero y el poder que traia, y que seguramente acabaría siendo utilizada por sus enemigos en contra de él, el Emperador Arcadio le ordenó casarse con su primo. Ella se rehusó! Ella decidió utilizar su riqueza para ayudar a los pobres y necesitados de Constantinopla. Ella fundó un convento que albergaba a 200 mujeres dedicadas al cuidado de los enfermos y de los pobres. Ella comenzó un orfanato y hospital.

Olympias y John iniciaron una profunda amistad que no era romántica y se animaban mutuamente al tomar juntos una solitaria y peligrosa postura oponiéndose al abuso imperial de poder. La resistencia de Juan a los excesos de la Emperatriz Eudoxia la perturbaron tanto que convenció a su marido de desterrar a Juan en el año 403 d.C. Grandes disturbios por parte de la gente causo su inmediato regreso. Lo que provocaba a Juan era la pretensión de Eudoxia de ser una cristiana y, sin embargo, la insistencia que tenia en hacer cosas indignas de un seguidor de Cristo. Como Emperatriz, ella fijaba el estándar o ejemplo para el resto de la corte real a seguir. Cuando ella puso una estatua de plata de ella cerca de la iglesia, Juan hizo muy clara su resistencia. Esto la impulsó a exigir, una vez más, su exilio. Cuando salió la noticia, hubo manifestantes que quemaron varios edificios. Los enemigos de Juan culparon a Olympias de organizar el disturbio y ella también fue enviada al exilio.

Algunos historiadores asignan a Juan una terrible falta de tacto en el trato con los ricos y poderosos de Constantinopla; especialmente con el Emperador y su esposa. Podríamos llamarlo una falta de tacto, o simplemente un valor inquebrantable de decir la verdad al poder; a los dirigentes que afirman ser seguidores de Cristo pero cuyo estilo de vida mostraba poca evidencia de ello.

Juan Crisóstomo era un hombre en una encrucijada. Él estaba especialmente dotado como predicador y profesor muy estimado por la gente común. Era Obispo de la ciudad más políticamente influyente del Imperio Romano, por lo que su potencial para influir sobre el área política era inmenso. Fue un gran líder de la iglesia, en el momento de la historia cuando la Iglesia y el Estado estaban unidos y muchos de los líderes de la iglesia estaban empezando a flexionar sus músculos políticos. Pero al hacerlo, ellos estaban perdiendo su autoridad espiritual. Ellos no sólo tomaron el acceso al área civil, se vistieron de todos los exesos del poder mundano en su vestimenta, dieta, y domicilio.

John fuertemente resistió esa corrupción mundana del clero. Él comprendia que la Iglesia tenia el deber de presentarse como un testimonio profético PARA el mundo, PARA el ámbito civil, PERO no convertirse en su socio. Mientras que la gente común lo amaba, sus compañeros del clero y los ricos de Constantinopla se sintieron ofendidos por él.

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En un episodio anterior observamos cómo la iglesia primitiva se desarrolló alrededor de 4 centros; Jerusalén, Antioquía, Cartago y Roma. Para el 4º siglo, Jerusalén y Cartago habían perdido importancia, pero Alejandría y Constantinopla tomaron su lugar. Junto con esto se desarrolló una larga rivalidad entre Antioquía y Alejandría que duró unos pocos siglos. Hay numerosas razones por esto, pero la mayoría tenia que ver con el prestigio de su posición; es decir, cual de las dos iglesias podía jactarse de tener los lideres más amados y influyentes.

Antioquía era la iglesia de Bernabé y Pablo. Había sido instrumental en el crecimiento inicial de la Iglesia al enviar misioneros al Norte, Oeste y Este. Muchas de las Iglesias de Oriente debían su existencia a Antioquía por su fidelidad en la plantación de nuevas obras. Pero Alejandría había sido el centro de enseñanza clásica durante generaciones. Quien no había oído hablar de la famosa Biblioteca de Alejandría? Sus escuelas eran de renombre mundial. La iglesia tenia luminares como Clemente, Atanasio, Orígenes y todos provenían de Alejandría.

Al centro de la rivalidad entre las dos iglesias fueron sus métodos diferentes de interpretar las Escrituras. Nos acordamos de Orígenes que había desarrollado un método altamente alegóricas de estudiar y enseñar la Biblia. La iglesia de Alejandría adoptó esta metodología y la había seguido por generaciones. Antioquía, por otro lado, se enfocaba en leer y entender la Biblia literalmente. La rivalidad entre Alejandría y Antioquía se volvió tan amarga que hubo tiempos que llego hasta el derramamiento de sangre, como veremos más adelante.

Por ahora, sólo es importante saber que el Arzobispo de Alejandría, Teófilo, estaba celoso del llamado de Juan de Antioquía a ser el Obispo de la Capital. Cuando escuchó que Juan estaba haciendo un montón de enemigos entre los ricos y poderosos, se propuso a llamar a un consejo de la iglesia en una ciudad cercana, y empezó a inventar acusaciones de herejía para que Juan fuera exiliado. Juan fue enviado al exilio por la emperatriz Eudoxia y el Emperador Arcadio.

Mientras Juan era transportado a través de las llanuras de Asia Menor en el calor del verano, su salud comenzó a fallar. A la orilla oriental del Mar Negro, a los bordes del Imperio, su cuerpo ya no pudo mas y murió.

34 años más tarde, después de que todos los enemigos de Juan habían muerto, sus reliquias fueron traídas en triunfo a la capital. El emperador Teodosio II, hijo de Arcadio y Eudoxia, públicamente pidió perdón por los pecados de sus padres.

John fue posteriormente dado el título de “Doctor de la Iglesia”, por el valor de sus escritos. Junto con san Basilio el Grande,  Gregorio Nacianceno y Atanasio, él es considerado uno de los más grandes de los primeros Padres de la Iglesia Oriental.