Este episodio se titula, “Jerónimo.

A sus 30 años, Jerónimo fue probablemente el mayor erudito Cristiano de su tiempo. És una de las mas grandes figuras en la historia en la traducción de la Biblia, pasandose 3 décadas produciendo la versión latina que sería la norma durante mil años. Pero Jerónimo no era un intelectual perdido en las nubes. Anhelaba la vida de los Ermitaños que consideramos en el episodio anterior y que a menudo exhibía una disposición amargada que trataba a los que se le oponían con sarcasmo profundo y brutales insultos.

Su nombre en latín era, EUSEBIUS SOPHRONIUS HIERONYMUS y nació en el año 345 d.C. de padres Cristianos ricos o en Aquilea en el NE de Italia o al otro lado del Adriático en Dalmacia.

A los 15 años, Jerónimo y un amigo se fueron a Roma para estudiar Retórica y Filosofía. Como muchos alumnos de hoy en día, siguió el camino inmoral de sus compañeros. Pero después de todo su libertinaje caía en periodos de intenso auto-desprecio. Para calmar su conciencia, visitaba las tumbas de los mártires y de los santos en Roma en las extensas catacumbas. Jerónimo dijo más tarde que la oscuridad y el terror que encontró allí le parecía una advertencia adecuada del infierno al cual sabía que su alma estaba destinada.

Esta conciencia sensible es interesante a la luz de su escepticismo inicial sobre el Cristianismo. Ese escepticismo comenzó a derretirse cuando él comprendió que lo que estaba experimentando era la convicción del Espíritu Santo. Su mente no pudo ganarle a su corazón y finalmente se convirtió. A los 19 años, fue bautizado.

Luego se trasladó a Trier en Galia, donde empezó estudios teológicos y comenzó a trabajar haciendo copias de comentarios y obras doctrinales para clientes adinerados. Jerónimo luego regresó a Aquilea, donde se estableció en la comunidad de la iglesia y hizo muchas amistades. Varios de estos lo acompañaron cuando empezó un viaje a través de Tracia y Asia menor hasta el norte de Siria. En Antioquia, dos de sus compañeros murieron y él cayó gravemente enfermo. Durante esta enfermedad, él tuvo una visión que lo llevó a dejar a un lado sus estudios de las obras clásicas y dedicarse a Dios. Se sumió en un profundo estudio de la Biblia, bajo la orientación de un líder de la iglesia de Antioquía llamado Apolinares. Este Apolinar posteriormente fue etiquetado como un hereje por sus opiniones poco ortodoxas sobre Cristo. Fue uno de varios que en estos momentos estaba tratando de averiguar cómo entender y expresar la naturaleza de Jesús; era Dios, hombre o ambos? Y si ambos, ¿cómo podíamos entender estas dos naturalezas que operaban dentro de Una en Jesús? Apolinar decía que Jesús tuvo un cuerpo y alma humana, pero que su mente fue divina. Este punto de vista, llamado Apolinarianismo creativamente, fue declarado herético en el Concilio de Constantinopla en el año 381, aunque en la iglesia ya la había rechazado como una opinión viable de cómo ver a Cristo en el año 362 d.C. en un sínodo en Alejandría, presidido por nuestro amigo Atanasio.

 

Mientras que estuvo en Antioquía y como secuela de su enfermedad y la pérdida de sus amigos, Jerónimo fue tomado por un deseo de vivir una vida ascética como ermitaño. Él se retiró al desierto al Sureste de Antioquía, ya bien poblada por compañeros ermitaños. Jerónimo pasó su aislamiento con más estudios y redactando comentarios. Él comenzó a aprender Hebreo bajo la tutela de un Judío convertido, y mantuvo correspondencia con los Judíos cristianos de Antioquía. Obtuvo una copia de los Evangelios en Hebreo, fragmentos de los cuales se conservan en sus notas. Jerónimo tradujo partes de estas al griego.

Regresando a Antioquía en el 379, fue ordenado por Paulino, quien nos acordamos fue el obispo de la congregación pro-Nicea allí. El era el Obispo y líder de la iglesia apoyada por Roma, después que la iglesia de Antioquía Arriana fue tomada por el Obispo pro-Nicea llamado Meletius. En lugar de las 2 iglesias fusionándose porque ya no había causa de división, se convirtieron en frentes políticos en la batalla por supremacía entre Roma y Constantinopla.

Reconociendo la habilidad de Jerónimo como erudito, Paulino se apresuro a ordenar a Jerónimo como sacerdote, pero el monje sólo acepto con la condición de que él nunca tendría que llevar a cabo las funciones sacerdotales. Otra vez, Jerónimo hundió en sus estudios, especialmente en las Escrituras. Asistió a conferencias, examinó los papiros, y entrevistó a profesores y teólogos.

Se trasladó a Constantinopla para proseguir el estudio de las Escrituras bajo Gregorio de Nacianceno. Pasó 2 años allí,  y luego Paulino le pidió que regresara a Antioquía para acompañarlo a Roma para tratar la cuestión sobre quién era el legítimo Obispo de Antioquía. Paulino sabía que Jerónimo seria un poderoso aliado para su posición. De hecho lo hizo, y el papa Dámaso I quedó tan impresionado con Jerónimo, que lo convenció de quedarse en Roma. Por los próximos 3 años, Jerónimo se convirtió en una celebridad en Roma. Él tuvo un lugar destacado en la mayoría de los consejos del Papa. En un punto, su influencia sobre el papa era tan grande que él tuvo la audacia de decir, “Dámaso es mi boca”.

Él inició una revisión de la Biblia Latina basada en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento. También actualizo el libro de los Salmos que hasta ese momento se basaban en la Septuaginta, una traducción Griega del Hebreo.

En Roma, fue rodeado por un círculo de mujeres adineradas y educadas, incluyendo algunas de las más nobles familias aristócratas. Ellos fueron movidos por el ascetismo de Jerónimo y empezaron a imitar su ejemplo de rechazar la indulgencia mundana. Esto no lo hizo popular con el clero secular de Roma que se gozaba con la atención de esas mujeres preciosas, ricas y disponibles. Pero la afrenta de Jerónimo a quitarles su diversión no acabo allí. El ofendía su búsqueda de placer y caminos amorosos con su lengua afilada y duras críticas. Como un historiador explica, “el detestaba a la mayoría de los Romanos y no se disculpaba por detestarlos.” Se burlaba de la falta de caridad, la ignorancia y, por añadidura, de la vanidad del clero secular. Los hombres del tiempo eran excesivamente aficionado a las barbas, así que Jerónimo decía, “Si hay cualquier santidad en una barba, nadie está más santos que una cabra!”

Poco después de la muerte de su patrón, el papa Dámaso en Diciembre del 384 d.C., Jerónimo se vio obligado a abandonar Roma, tras una investigación trajo que alegaba que él había tenido una relación inapropiada con una viuda rica llamada Paula.

 

Este no fue el único cargo en contra de él. Más grave fue la muerte de una mujer joven que había tratado de seguir su estilo de vida ascética, debido a la mala salud causada por los rigores que el exigió que siguiera. Todo el mundo podía ver cómo su salud disminuía durante los 4 meses que ella siguió a Jerónimo. La mayoría de los Romanos, estaban indignados por causar la muerte prematura de una animada y adorable joven, y en la insistencia de Jerónimo a su madre que no debía llorar por la muerte de su hija. Cuando criticó su dolor como excesivo, los Romanos decían que no tenia corazón.

Así que en agosto de 385 d.C., dejó Roma para no regresar y regresó a Antioquía, acompañado por su hermano, varios amigos, y seguido un poco después por la viuda Paula y su hija. Los peregrinos, acompañados por el obispo Paulino de Antioquía, visitaron Jerusalén, Belén y Galilea, y luego fueron a Egipto, el hogar de los más grandes héroes de la vida ascética.

En el verano de 388 regresó a Israel. Un estudiante rico de Jerónimo fundó un monasterio en Belén para que él lo administrara. Este monasterio incluyó 3 claustros para las mujeres y un albergue para los peregrinos.

Fue allí que pasó sus últimos 34 años. Él terminó su mayor contribución, iniciada en el año 382 d.C. por la instrucción del Papa Dámaso: una traducción de la Biblia al Latín.

_________________________________________________________________________________________________________

El problema no era que no había una Biblia en Latín; ¡el problema era que había demasiadas! Éstas variaban ampliamente en su exactitud y veracidad. Dámaso le había dicho, “Si vamos a depositar nuestra confianza en los textos latinos, es para nuestros adversarios decirnos cual, porque hay tantas variedades como existen copias. Si, por el contrario, buscamos encontrar la verdad de una comparación de muchas, ¿por qué no mejor volver al original griego y corregir los errores introducidos por traductores inexactos, y por las torpezas de alteraciones por críticos ignorantes, y, además, todo lo que se ha insertado o cambiado por copistas más dormidos que despiertos?”

En primer lugar, Jerónimo trabajó a partir de la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento. Pero luego estableció un precedente para posteriores traductores: el Antiguo Testamento tenía que ser traducido del original Hebreo. En su búsqueda de precisión, aprendió hebreo y consultó a rabinos judíos y eruditos.

Una de las mayores diferencias que vio entre la Septuaginta y el original Hebreo era que los judíos no incluyen los libros ahora conocidos como los Libros Apócrifos en el canon de las Sagradas Escrituras. Aunque se sintió obligado a incluirlos, Jerónimo dejó en claro que aun si bien podrían ser considerados “libros” de la iglesia, no eran libros canónicos inspirados.

Después de 23 años, Jerónimo completó su traducción, que los cristianos utilizaron por más de 1000 años, y en 1546 el concilio de Trento declaró que era el único auténtico texto latino de las Escrituras.

Lo que ha marcado esta Biblia como única, fue el use del lenguaje de la vida cotidiana, Jerónimo del uso de la vida cotidiana o de la calle de sus tiempos, en lugar del lenguaje arcaico clásico de los eruditos latinos. Los académicos y el clero la desacreditaron como vulgar, pero se hizo muy popular. La Vulgata Latina, como fue llamada, se convirtió en la Biblia principal de la Iglesia Romana por el próximo milenio.

La traducción de Jerónimo fue tan venerada que hasta la reforma, los eruditos traductores solo trabajaban en base a la Vulgata. Serían otros mil años hasta que traductores trabajaran directamente de los manuscritos griegos del NT. La Vulgata Latina aseguro que el Latín, en lugar de Griego, sería el lenguaje de la Iglesia Occidental. El resultado de igual manera fue que siglos más tarde hubiera una liturgia y Biblia que los laicos ya no podrían entender, y que esto precisamente era lo contrario de la intención original de Jerónimo. También es la razón por la que muchos nombres científicos y términos proceden del Latín, más que el griego, que era el idioma de los eruditos hasta la aparición de la Vulgata.

La Biblia latina no fue la única obra en la cual Jerónimo trabajó mientras que estaba en Belén. Él también produjo varios comentarios, un catálogo de autores cristianos, y una respuesta al desafío del Pelagianismo, una enseñanza aberrante que veremos en un futuro episodio. A este periodo también pertenecen la mayoría de las polémicas de Jerónimo, sus denuncias de las obras y gente que Jerónimo consideraba peligrosa. Igual produjo un escrito sobre la amenaza de algunos de los errores de Orígenes. Denunció al Obispo Juan de Jerusalén y a otros, incluyendo algunos de sus amigos.

Algunos de los escritos de Jerónimo contienen opiniones provocadoras sobre cuestiones morales. Cuando digo provocadora, estoy siendo generoso; eran, en el mejor de los casos aberrantes y al borde de ser heréticos. Todo esto surgió de su ascetismo extremo. Mientras que el Monasticismo que el seguía le permitida producir un enorme volumen de trabajo, su enfoque apasionado de la estricta disciplina fue nada mas que un extremismo legalista. El insistía en la abstinencia de una dieta normal, el empleo, e incluso el sexo matrimonial. Sus posiciones son tan extremas en este sentido, que incluso otros ascetas le llamaban radical.

Por lo que sabemos, ninguna de las obras de Jerónimo se perdieron en el curso de los siglos. Hay unos manuscritos medievales que marcan el inicio de su labor en la traducción de la Biblia. Varias colecciones existentes del siglo 16 son las primeras copias de sus escritos. A través de los años, Jerónimo ha sido un tema favorito de los artistas, especialmente pintores del Renacimiento Italiano.

Murió en Belén a finales de Septiembre de 420 d.C..