El título de este episodio es – “Expansión”

Vamos a pasar un poco de tiempo ahora rastreando la expansión de la Fe hacia diferentes áreas durante los principios de la Edad Media.

Terminamos la última vez con la historia de la conversión del rey Franco Clodoveo en el año 496. Cuando fue bautizado el día de Navidad por el Obispo Remigius de Rheims, 3.000 de sus guerreros se unieron a él. Fue el primero de varios bautismos masivos que tomaron lugar durante la Edad Media en Europa. Y plantea la cuestión de la paganización del Cristianismo.

La tarea de las Misiones suele pasar de 1 de 2 maneras.

La primera y la más común es la ruta de la conversión individual. Aunque en el NT encontramos que los conversos fueron llamados al bautismo inmediatamente, no pasó mucho tiempo antes de que la conversión fuera seguida de un período de instrucción antes del bautismo. Ese tiempo para la instrucción en los fundamentos de la Fe podría ser corto o largo, dependiendo de las normas del obispo o de la comunidad de creyentes. Esta forma de misiones, la de la conversión individual y el bautismo fue el método utilizado por la Iglesia por los primeros 3 siglos, y por la mayoría de las misiones protestantes desde el siglo 19 hasta la actualidad. Esto se debe al énfasis en un cambio individual o personal del corazón por el evangélico. Si bien esto ciertamente encuentra apoyo en las Escrituras, puede perderse una dinámica importante cuando las personas se convierten a Cristo de una cultura pagana. Su cambio hacia la fe muchas veces significa ser desarraigado de esa cultura; a veces llevandolos a la necesidad de trasladarse físicamente a un área donde su fe no pondrá en peligro su vida o la de su familia.

Por esa razón, a veces se ha utilizado otro método en las Misiones; la de la conversión masiva, donde todo un grupo de personas toma la decisión comunal de abandonar su antigua religión en favor del Cristianismo.

Ahora, sospecho que algunos de los que escuchan responderán a esta idea de conversión masiva con desacuerdo. El evangélico ha puesto tal énfasis en la salvación personal que la idea de la conversión de toda una comunidad a la vez es altamente sospechosa. A menudo hablamos de recibir a Cristo como el Salvador PERSONAL. Así que la idea de que un pueblo entero o tribu se volvería a la fe en Cristo a la vez nos parece ingenuo.

Pero considere esto: La idea de la libertad personal e individual es en muchos sentidos un concepto claramente moderno, occidental y democrático. Incluso en nuestro tiempo, gran parte del mundo tiene poco concepto de libertad personal o individual. Se entienden a sí mismos como parte de una familia, aldea o tribu; como miembro de una comunidad de personas donde la individualidad autónoma es considerada como peligrosa y una amenaza para la supervivencia del grupo. Durante gran parte de la historia y en una buena parte del mundo, la idea de que cambiarías tu religión por tu cuenta mientras todos los demás creían en otros dioses era simplemente impensable. La conversión enojaría a los viejos dioses y así pondrías en peligro a tu familia y vecinos. Esto fue algo que varios Emperadores Romanos usaron como razón para oponerse al Cristianismo.

Algunos misioneros Cristianos se dieron cuenta de que la clave para la conversión de estos pueblos paganos comunales era ganarse al líder. Porque su elección casi siempre era adoptada por toda la tribu. Sin duda, esos misioneros entendían que la salvación era una cuestión individual. Pero sabían que la clave para poder trabajar por salvaciones individuales era ganarse al líder, que a su vez guiaría a su pueblo en una conversión masiva. Entonces podrían ser libres de trabajar la fe en la vida de las personas de una manera más íntima y personal.

La desventaja de la conversión masiva es obvia. Muchos de los que se convertían formalmente al ser bautizados, nunca llegaron a una fe real en Cristo. Tomaron la etiqueta de Cristiano sin ser genuinamente convertidos. Lo que hizo esto especialmente problemático fue cuando era el gobernante quien fingía la conversión. Algunos lo hicieron con fines puramente pragmáticos. Someterse al bautismo a menudo les trajo ganancias políticas y económicas. Las conversiones masivas podrían facilitar que los conversos genuinos practiquen una nueva visión del mundo, pero también pusieron en peligro la Fe porque los no convertidos trajeron consigo viejas supersticiones, mezclándolas en el cristianismo en una amalgama religiosa sincretista.

Este fue el caso del rey Franco Clodoveo. Pasó por los pasos de conversión, pero Jesús permaneció para él poco más que un líder caudillo divino.

Gregorio de Tours, que vivió un siglo después de Clodoveo, fue su biógrafo principal. Gregorio dice que incluso después de su conversión, Clodoveo usó engaño, astucia y traición para expandir su reino. Envió sobornos a nobles y a los responsables de proteger a un rey rival para que lo traicionaran. Le dijo al hijo de otro rey que, si mataba a su padre, Clodoveo apoyaría el ascenso del hijo al trono y haría una alianza con él. El hijo hizo lo que Clodoveo esperaba y mató a su padre. Clodoveo rápidamente anunció que el hijo era culpable de crímenes atroces de parricidio y regicidio y se apoderó de su reino.

Como a Dan Carlin le gusta señalar en un episodio de su podcast- Hardcore History, Thor’s Angels, cuando pienses en los Godos o los Francos de ese tiempo, piensa en una banda de motociclistas criminales modernos. No estaría muy lejos de la marca de como eran esos bárbaros Germánicos; tanto en su manera de pensar y actuar, al igual que en su apariencia. Cuando Clodoveo se sometió al bautismo, todo lo que hizo fue cambiar su chaleco de cuero negro por uno azul marino.

Entre los Francos y otras tribus Germánicas apenas convertidas, los santos que habían muerto hace mucho tiempo tomaron el lugar de sus numerosas deidades para reemplazarlos. Cada santo adoptó un papel que los viejos dioses habían desempeñado. San Antonio se encargaba de los cerdos, San Galo cuidaba de las gallinas, Apolonia curaba dolor de muelas, Genoveva curaba la fiebre, y el Santo Blaise calmaba el dolor de garganta. Por cada necesidad humana, los alemanes tomaron un santo para cuidarlo.

Circulaban muchas historias sobre los poderes milagrosos de estos santos. Uno hablaba de 2 mendigos, 1 cojo, y el otro ciego. Quedaron atrapados en una procesión de los devotos que llevaban las reliquias de San Martín. Pero estos 2 mendigos se ganaban la vida con las limosnas de los piadosos y no querían ser sanados. Temerosos de que se curaran por su proximidad a las reliquias, rápidamente llegaron a un acuerdo. El que podían ver pero no caminar se montaría en los hombros del que podía caminar pero no ver y así trataron de salir de la procesión. No fueron capaces de escapar lo suficientemente rápido; ambos fueron curados. è esas historias eran abundantes.

Al igual que Constantino el Grande a principios del 4º siglo, no podemos estar seguros si la conversión de Clodoveo fue real o fingida. Ciertamente, gran parte de su comportamiento después de su bautismo es dudoso. Pero los beneficios políticos de la conversión ciertamente eran muy obvios. Clodoveo era un hombre de enorme ambición. Quería ser más que un cacique de los Francos. Quería ser rey, un jefe de jefes. Sabía que necesitaba distinguirse entre los muchos centros de poder competidores en Europa occidental. Al unirse a la Iglesia Romana se apartó de los otros reyes Germánicos los cuales eran todos Arrianos. Este movimiento aseguró el apoyo de la nobleza Gaélico-Romana en toda Galia.

 

Clodoveo fue el primer líder de los Francos en unir a las tribus bajo un solo gobernante, cambiando el liderazgo de un grupo de caciques por un gobierno por los reyes, asegurando que la línea real estaba en manos de sus herederos, conocidos como los Merovingios.

Poco después de su bautismo y de la rápida conversión de 3000 de sus guerreros, Clodoveo presionó a otros nobles Francos para que se convirtieran y se unieran a la Iglesia Romana. Entendía que la unidad religiosa del reino era crucial para evitar contiendas, y para seguir haciendo campañas para ampliar sus fronteras. Las guerras de conquista se convirtieron en un medio para “liberar a otras personas del error del arrianismo”. Y la iglesia de Roma no era en absoluto adversa de tener una fuerza armada de su lado.

Clodoveo no tuvo tan éxito en expandir sus fronteras al sur y al este en la región de los Borgoñeses, pero fue capaz de sacar a los Visigodos de Galia, confinándolos en España. En la Batalla de Vouille, el Rey Visigodo Alaric II fue asesinado. En agradecimiento por su servicio en la derrota de los Visigodos, el Emperador Oriental Anastasio I declaró Clodoveo Cónsul, un título provocativo ya que recordaba a los antiguos líderes Romanos.

Clodoveo hizo a París la nueva capital del reino Franco y construyó una iglesia dedicada a Pedro y Pablo.

Poco antes de morir, Clodoveo llamó el Primer Concilio de Orleans, un sínodo de 33 obispos Galos. El objetivo era reformar a la Iglesia y forjar un vínculo perdurable entre la Corona y la Iglesia. El Consejo aprobó más de 30 decretos que trajeron la igualdad entre los conquistadores Francos y sus súbditos Galos.

Clodoveo murió en el otoño del año 511, dejando el reino a sus 4 hijos. A diferencia de Alejandro Magno que no hizo ninguna provisión para dividir su imperio entre sus 4 generales, Clodoveo esculpió la Galia en 4 regiones, una para cada hijo; Rheims, Orleans, Paris & Soissons. Clodoveo ingenuamente pensó que esto los mantendría contentos y resultaría en paz. En verdad, inicio de un período de desunión que duró hasta el final de la dinastía Merovingia a mediados del 8º siglo.

En el episodio 37 miramos al misionero Irlandés Patricio del 5º siglo. Los Irlandeses nunca habían sido parte del Imperio Romano. Aunque tenían contacto frecuente con la Gran Bretaña Romana, los Celtas Irlandeses eran cultural, económica y políticamente diferentes. Cuando el ejército Romano abandonó Gran Bretaña como demasiado costosa y difícil de defender, la Iglesia llenó el vacío. El acercamiento espiritual a Irlanda fue principalmente obra de Patricio, quien aunque era Británico, plantó una iglesia en Irlanda que permaneció independiente de la Iglesia Católica Romana.

Patricio entendía la dinámica evangelista de la fe Cristiana y discernió que sólo ofrecía lo que los druidas nativos no podían: Paz a una tierra atribulada por la guerra constante entre las tribus. La estrategia de Patrick era ganar a los líderes tribales a Cristo. Muchos lideres locales se convirtieron en Cristianos. Debido a la forma en que estaba organizada la sociedad Celta, cuando los gobernantes se convertían, también lo hacían el pueblo que gobernaban.

Irlanda estaba lista para el mensaje y la oferta del Evangelio. La religión practicada por los druidas era un terrorismo brutal, demoníaco y religioso que mucha de la gente común estaba ansiosa por desechar. El Evangelio era un mensaje de lo mas OPUESTO a lo que ofrecían los Druidas como uno se puede imaginar. Se estima que hubo hasta 100,000 conversos genuinos al ministerio de Patricio.

Sobre el fundamento de la fe y la vida de la iglesia que Patricio fundo, Finnian de Clonard construyó un patrón para el Monasticismo Irlandés a principios del siglo 6º. Los monasterios fueron fundados en toda Irlanda. A medida que aumentaban en número y prestigio, la organización eclesiástica que Patricio estableció empezó a marchitarse. A finales del siglo 6º, la iglesia Irlandesa se había convertido en una iglesia de monjes. Los Abades reemplazaron a los Obispos como líderes de la Iglesia. Desde el principio, los monjes irlandeses valoraban la enseñanza y una difusión enérgica del Evangelio.

Curiosamente, hay evidencia de que el fervor misionero que sobresale como uno de los rasgos principales del Cristianismo Celta puede haber sido debido a su sistema de penitencia. En un episodio anterior vimos cómo la iglesia primitiva desarrolló una visión del arrepentimiento que incluía penitencia. La idea era que el arrepentimiento debía demostrarse mediante algún acto que mostrara un corazón contrito. La teología detrás de esta idea era: El arrepentimiento es un tema del corazón que sólo Dios puede ver. Juan el Bautista había decía: “Traigan frutos dignos de arrepentimiento.” Entonces, cuando la gente se arrepentía, su cuenta ante Dios es absuelta. Pero… ¿cómo son restaurados a la comunidad de fe– la comunión en la Iglesia? Mientras que el hombre no puede ver el corazón, puede ver las acciones que fluyen desde ese corazón. La penitencia se convirtió en un sistema de obras que las personas podían realizar que marcarían el arrepentimiento. No pasó mucho tiempo antes de que se hicieran listas de que penitencia se debía hacer por los pecados. Una de las formas de penitencia que practicaban los cristianos Celtas era el exilio, el destierro de sus hogares. Parte de la intensa actividad misionera de los Cristianos Celtas fue motivada por esta forma de penitencia.

Los eruditos-monjes irlandeses se extendieron por toda Europa durante la 6º y 7º siglo. Esta agresiva actividad misionera de la Iglesia Celta finalmente causó problemas, ya que permanecían independientes de Roma. Las iglesias iniciadas por misioneros irlandeses se encontraban a menudo en regiones que más tarde estaban bajo el control de Roma.

En el año 636, Irlanda del Sur decidió unir su comunidad eclesiástica a la Iglesia Romana. Luego, en el año 697, la iglesia de Irlanda del Norte decidió siguió su ejemplo. Aunque la mayor parte del Cristianismo Celta fue finalmente unido al Catolicismo Romano, comunidades aisladas esparcidas por Escocia, Gales y las Islas Británicas continuaron su independencia durante muchos años.

Uno de los misioneros Celta-Ingles que tuvo un gran impacto en el Norte de Europa fue Bonifacio.

Nacido Wilfrido en el reino Anglosajón de Wessex a principios de la década del año 670, su familia fue próspera y lo envió a la escuela en un monasterio en Exeter. La vida de los monjes apeló a Wilfrido y en contra de los deseos de su padre, decidió seguir una carrera religiosa. Mostró un dominio de las Escrituras y una gran habilidad en la enseñanza y la organización, rasgos buscados en la vida monástica. Para seguir entrenando se trasladó a un monasterio Benedictino en Hampshire. Este monasterio era dirigido por un Abad brillante que lo había convertido en un centro de enseñanza. Wilfrido pronto se convirtió en un profesor en la escuela del monasterio y a la edad de 30 años fue ordenado sacerdote. Cuando el abad murió en el año 716, la opción lógica para reemplazarlo fue Wilfrido. En un movimiento sorprendente, se negó, y se fue a la región de Frisia, lo que hoy conocemos como los Países Bajos.

Wilfrido tenía la pasión de llevar el Evangelio de Cristo a lugares donde aun no se había plantado. Había oído hablar de un misionero con un pensamiento similar llamado Willibrord que trabajaba en Frisia y necesitaba ayuda. Pasaron un año juntos, pero cuando estalló la guerra, ambos regresaron a casa.

Un año más tarde, Wilfrido fue a Roma en busca de una audiencia con el Papa Gregorio II. Compartió su visión de ver a las tribus Germánicas liberadas de su herejía arriana a la fe católica. Gregorio respondió: “Tú brillas con el fuego que trae la salvación que nuestro Señor vino a enviar sobre la tierra.”

El Papa lo renombró ‘Bonifacio’ después del mártir del 4º siglo, Bonifacio de Tarso, y lo nombró obispo misionero para Germania. Esto significaba que Bonifacio era un obispo sin diócesis. El reino de su ministerio no tenía iglesias. Dependía de él llevar la luz de Cristo a las tribus Germánicas supersticiosas. Bonifacio nunca regresó a Inglaterra.

Centró su trabajo en las regiones de Hesse & Turingia, llevando a miles a Cristo. Plantó decenas de iglesias.

Mientras que los alemanes eran nominalmente arrianos, regiones enteras seguían siendo paganas, adorando a los antiguos dioses Alemanes y practicando ritos supersticiosos. Bonifacio encontró algunos misioneros supuestamente Cristianos mientras se dirigía a través de Alemania, pero ellos defendían herejías. No es de extrañar que hubieran tenido poco impacto. Cuando se enfrentó a ellos, se resistieron. Así que Bonifacio hizo que los arrestaran y confinaran. Pronto se ganó una reputación por ser severo y determinado.

Una historia de la carrera de Bonifacio es legendaria. Se desconoce si es factual o no. Ciertamente no es difícil creer que un hombre que iría a Roma y pediría permiso para llevar el Evangelio solo a herejes y paganos podría hacer algo como lo que estamos a punto de escuchar.

La historia dice que Bonifacio fue a Geismar en Hesse, donde estaba el Donar o el Roble de Thor. Como era común para los Alemanes, consideraban que los árboles y los bosques tenían un gran poder espiritual. Thor, dios del trueno, era la deidad principal en su panteón. El Roble Donar estaba dedicado a su poder y gloria. Bonifacio sabía que no había Thor y que no habría reacción si cortaba un árbol. Algunos Alemanes podrían protestar y tratar de defender el honor de Thor. Así que Bonifacio los llamó a reunirse, y luego les puso este desafío: que Thor, ese poderoso dios del trueno, defendiera su árbol él mismo. Ciertamente un dios tan grande como el dios del trueno podría lidiar con un pequeño sacerdote cristiano. A menos que, à no hubiera Thor y la fe cristiana fuera verdadera. Bonifacio levantó su hacha y comenzó a atacar. No se vio ningún relámpago. Ningún trueno sacudió el suelo. Pero según su primer biógrafo Willibald, después de que Bonifacio hubiera tomado una docena de golpes con su hacha al roble, un fuerte viento se socito y lo derribó. Cayó y se rompió en 4 pedazos, revelando que de hecho estaba podrido. El mensaje era claro; las viejas costumbres eran como ese roble podrido. La gente estaba aturdida y como si fueran liberados de una prisión en la que habían estado recluidos durante mucho tiempo, renunciaron a su creencia en los viejos dioses y en masa se convirtieron al cristianismo. Bonifacio usó la madera del Roble de Donar para construir una iglesia.

Su habilidad en la administración trajo un notable nivel de organización a la iglesia Alemana que estaba creciendo rápidamente. En el año 732 fue nombrado arzobispo sobre Alemania. Se enfoco en trabajar para establecer un clero educado, disciplinado y puro; algo que sabía que en otras partes de la Europa no era el caso. No toleraba ni pereza ni incompetencia entre los clérigos y purgaba los persistentes ritos del paganismo Alemán de los rituales de la iglesia. El sincretismo que había sido adoptado en muchos otros lugares, por el cual los ritos paganos eran absorbidos en las tradiciones eclesiásticas, no era algo que Bonifacio permitía. Usando voluntarios misioneros de Inglaterra, muchos de los cuales eran mujeres, avanzó la organización y la estructura en la iglesia alemana y la llenó de celo por la obediencia, el servicio y la obra misionera.

Junto con su labor administrativa y misionera, Bonifacio construyó monasterios en toda Alemania. El más influyente fue en Fulda, el centro geográfico de Alemania.

No se había celebrado ningún consejo eclesiástico en el reino Franco durante décadas antes de su llegada. Bonifacio convocó a 5 de ellos entre los años 742 y 747. A petición de estos Consejos, estos Consejos adoptaron reglamentos estrictos para el clero y condenaron a los herejes locales.

Bonifacio era un monje Benedictino. Los Benedictinos enfatizaban la pobreza, la pureza moral y la obediencia a Cristo. La Regla de Benedicto era la norma para los monasterios de toda Europa en ese momento. Eran lugares de adoración, devoción, oración y enseñanza, oasis de cultura y civilización en medio del desierto de un mundo lejos de Dios. Los monjes copiaban las Escrituras y libros cristianos antiguos. Los monasterios eran los únicos centros educativos durante el período medieval. Si no hubiera sido por ellos, no hubiera surgido ningún Renacimiento. Los monasterios fueron donde se mantuvo todo el aprendizaje que formó la base intelectual de la que vino el Renacimiento. Tristemente, a lo largo de los siglos, muchos monasterios abandonaron sus raíces espirituales y se convirtieron en lugares de inmoralidad y corrupción. Los que Bonifacio fundo en su mayor parte permanecieron siendo lugares de educación, hospitalidad y alcance misionero.

Bonifacio entendía que todo su trabajo podía convertirse en nada si llegaba la guerra. Así que trabajó para fomentar las relaciones pacíficas entre los Francos, las tribus Germánicas y la Iglesia. Fue crucial en la negociación de un tratado entre el Papa y el rey Franco Pepín que eventualmente se convertiría en una poderosa alianza de la iglesia y el estado más tarde en la Edad Media.

Después de años de ministerio en Alemania Central, Bonifacio volvió a sentir a Frisia en el Norte llamándolo. Este era el lugar donde había probado por primera vez su mano en la obra misional. Ahora, casi a la edad de 80 años, renunció a su puesto como Arzobispo de Maguncia para dirigirse al norte una vez más. El y sus seguidores vagaban por el campo destruyendo santuarios paganos, construyendo iglesias y bautizando a miles.

Se suponía que un grupo de nuevos conversos se juntaría con Bonifacio y sus 52 compañeros en Dorkum. Mientras Bonifacio los esperaba, llegó una banda de forajidos. En sus viajes anteriores, Bonifacio siempre había ido con un guardia armado comisionado por el gobernante Franco. Ahora estaba en un reino más allá del control de los Francos. En el primer consejo que había llamado años antes, había presionado para impedir que el clero llevara armas. Todo lo que tenían para defenderse era el gran libro cubierto de madera que estaba leyendo. Lo uso como escudo. Mientras bateó las navajas de los forajidos que intentaban apuñalarlo, me pregunto si se arrepintió de su posición anterior. Un libro hace un escudo muy pobre, incluso si su cubierta es de un cuarto de pulgada de espesor. Bonifacio y todo su grupo fueron masacrados allí en la orilla de un río. Cuando los conversos llegaron para reunirse con él, encontraron su cuerpo, y junto a él estaba una copia del libro   de Ambrosio à La ventaja de la muerte, con cortes profundos en él. El libro está en exhibición en Fulda.