Este episodio se titula, “Que les llamaremos?”

La supervivencia de la iglesia Cristiana en el 2º y 3º siglo es, ciertamente, un testimonio de la gracia de Dios. Cualquier consideración objetiva de los desafíos enfrentados por la comunidad Cristiana durante este tiempo debería de sorprendernos por la tenacidad de los seguidores de Cristo. Este fue un período de 200 años cuando se enfrentaron con desafíos constantes de los herejes y falsos maestros, así como la intensa presión externa en forma de persecución.

También fue una época en la que la Teología Cristiana estaba siendo desarrollada y las iglesias locales improvisaban en cómo serian dirigidas. Echemos un vistazo mas de cerca a cómo el liderazgo de la Iglesia se desarrolló durante este momento crucial de formación.

Tenemos pocos detalles en el NT en que diseño especifico necesitamos para el gobierno de la iglesia. Lo que encontramos es una descripción del carácter de aquellos que sirven como ancianos y diáconos. Pero precisamente lo que las personas en esto puestos deberían hacer no está escrito. Sólo podemos inferir sus funciones partiendo de la palabra que se usa para describirlos. Ya que el término “anciano” es sinónimo de “pastor” en el NT, los ancianos son los que conducían, alimentaban y protegían al rebaño de Dios. Los diáconos, como su título indica, realizaban un ministerio de servicio práctico en atender las necesidades físicas del compañerismo de la iglesia.

En el libro de Hechos, vemos que al Apóstol Pablo asegurándose que las iglesias que había empezado tuvieran una base de liderazgo pastoral antes de dejarlos. Por sus cartas, podemos ver que había 2 clases de líderes en la iglesia; itinerantes y residentes. Un grupo, compuesto de Apóstoles, Profetas, y Evangelistas, que se movían de un lugar a otro, mientras que los Pastores y Diáconos atendían una sola congregación o cuidaban una cierta región donde varias pequeñas congregaciones se reunían.

Ignacio de Antioquía nos da una idea importante de la maduración del liderazgo de la iglesia que paso al comienzo del 2º siglo d.C. Para poder asegurarse que cada congregación estaba bien servida por sus líderes, Ignacio argumento por un solo pastor principal para guiar a la iglesia, asistido por un grupo de ancianos y diáconos. Aunque la palabra “obispo” simplemente significa “vigilante” y es un sinónimo de anciano y pastor, el anciano principal fue dado el título de “obispo.” Ignacio animaba a las iglesias de adoptar este modelo de liderazgo.

Esta forma de gobierno de la Iglesia facilitó la comunicación dentro y entre las iglesias. Con un obispo en cada congregación, existía ahora una persona para asegurar la comunicación con otras congregaciones y su obispo. El tener un obispo ayudaba a garantizar una política coherente de la distribución a los pobres y produjo una voz consistentes para enfrentar el desafío de los falsos maestros.

Pasaron unas pocas décadas para que la forma de gobierno de Ignacio’ de Obispo-Ancianos-Diáconos fuera ampliamente establecida, pero finalmente se convirtió en el modelo adoptado por la mayoría de las congregaciones. Pero aun cuando las iglesias lo abrazaron, lo implementaban de manera diferente. Por ejemplo, en Asia y África, cada congregación local tenía su propio obispo. En Europa Occidental, un obispo de una iglesia en una gran ciudad solía ejercer supervisión de las pequeñas iglesias de los pueblos y las aldeas que los rodeaban, nombrando a sus ancianos y pastores.

A finales de los 2º C, el líder indiscutible de los asuntos de la iglesia era el obispo. Fue el desafío del Gnosticismo que en muchas maneras movió a la iglesia hacia este modelo. Esta fue la razón . . .

Los Gnósticos alegaban que tenían una ininterrumpida sucesión de maestros especialmente iluminados que estaban conectada con Jesús. Ellos clamaron que Jesús les había confiado un mensaje secreto a los Apóstoles, quien a su vez lo pasaron a los demás y por supuesto, los Gnósticos eran los últimos en la sucesión de la iluminación, y ellos por el precio correcto podían pasar el conocimiento secreto a la próxima generación de los líderes Gnósticos.

En la lucha contra el Gnosticismo, la Iglesia enfatizo el público, en vez del secreto, carácter del Evangelio como había sido abiertamente enseñado por Jesús y Sus Apóstoles. Ellos enfocaron que la tradición de los Apóstoles no se había escondido en lo subterráneo, pero que los que dirigían las iglesias del 2º siglo podían trazar su conexión a Jesús a través de una línea visible de comunicación y afirmación desde los Apóstoles. Crucial a este argumento fue el rol de las iglesias que habían sido establecidas por los Apóstoles originales y sus asociados cercanos, los Padres Apostólicos. En el 2º siglo d.C., la lista de aquellos que habían servido como pastores y ancianos no era algo perdido en las nubes del tiempo. La gente sabía quienes habían sido los pastores en Corinto y Éfeso, en Esmirna y Roma, y las otras iglesias claves.

A mediados del siglo 2º d.C, un historiador llamado Hegesippus hizo un viaje de Israel a Roma, entrevistando a los obispos a lo largo de todo el recorrido. Ahora pon atención de esto porque es muy importante. Hegesippus descubrió que todos los obispos compartían el mismo mensaje y veían la Fe de la misma manera. Ellos también trabajaban en la tarea de dirigir la iglesia en general de la misma manera. Él escribió, “en cada sucesión y ciudad, lo que la ley y los profetas y el Señor predico es fielmente seguido”. Hegesippus elaboró incluso listas de obispos, mostrando su sucesión en líneas ininterrumpidas que se trazaban a los Apóstoles.

No mucho después de Hegesippus en Europa Occidental, Ireneo y Tertuliano en África del Norte rellenaron la imagen de la sucesión de los obispos en sus regiones.

El punto es este: al comienzo del 3º siglo, cada congregación local, en las grandes ciudades, por lo menos, había un anciano principal que funcionaba como lo que hoy llamaríamos un pastor principal, pero conocido en ese momento como obispo. Este obispo fue asistida por otros ancianos lideres quienes supervisaban las necesidades espirituales de la congregación, mientras que sus necesidades físicas eran cuidadas por un grupo de diáconos.

El desarrollo de esta forma de gobierno de la Iglesia era con toda probabilidad motivada por el modelo de la sinagoga Judía, así como la naturaleza de dinámica de grupos. Cuando un grupo de personas se reúnen, es inevitable que uno suba a tomar la iniciativa. Aun entre lideres, uno de ellos tiende a ser investido con la función de tomar la iniciativa para que la labor del grupo sea más eficiente. Mientras que un anciano de una iglesia era investido con este papel, los otros ancianos y a toda la Iglesia reconoce la ventaja de tener un hombre que fue llamado por Dios para conducirlos. Cuando la amenaza de falsa enseñanza, como el Gnosticismo, presento un desafío a la Fe, esto al mismo tiempo avanzo el rol del obispo, quien se reunía con los otros obispos para desarrollar una respuesta unida a la nueva amenaza.

Estas reuniones de los obispos para abordar cuestiones de interés y preocupación por la Fe se convirtieron en una parte crucial de la historia de la Iglesia. Conocidos como Consejos y Sínodos, estos verán los principales temas del día presentados para su consideración y debate.

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Quiero hacer una pausa en este punto y reconocer que la aparición de la función de los obispos en el liderazgo de la Iglesia es un punto de gran controversia; no que los obispos, de hecho, se convirtieron en los líderes de facto de la iglesia, pero lo que este desarrollo SIGNIFICA. Algunos afirman que la regla y rol de los obispos fue el plan y voluntad de Dios. Otros lo ven como una trágica partida de la intención de Cristo para sus seguidores. Aun otros dirían que no fue el desarrollo de esta forma de gobierno de la iglesia que era el problema; pero lo que se convirtió en problema era la calidad y el carácter de los hombres que se convirtieron en los obispos.

Sin duda, lo que motivaba a la Fe a los de afuera de la iglesia durante el 1º al 2º siglo fue la calidad de la vida de los creyentes. Como hemos considerado en episodios anteriores, los rumores que circulaban acerca de lo que los Cristianos creían y practicaban en secreto eran absurdas, cosas de locura. Aquellos que realmente conocían a los Cristianos ponían poca credibilidad en los rumores, debido a la moralidad ejemplar que vivían. Los Cristianos entendieron el poder del Espíritu Santo, no tanto como algo que se manifiesta en los dones espirituales, sino como una energía moral que producía el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Esto es precisamente lo que el Apóstol Pablo les dijo a los creyentes que buscaran como la evidencia de la obra del Espíritu.

Los primeros Padres de la Iglesia continuaron este énfasis. Tanto así que los miembros que continuaron en pecado primero fueron censurados, y luego los retiraron del compañerismo. Pero no sólo eran los Cristianos que clamaban tener un llamado a la excelencia moral. Lo de afuera de la iglesia dieron testimonio de la vida y ética ejemplar practicada por los seguidores de Jesús. En un escrito al Emperador Trajano, Plinio, gobernador de una provincia romana, dice que en su examinación de los Cristianos y sus prácticas, no podía encontrar nada inmoral; en todos los sentidos eran ciudadanos modelo, salvo que eran parte de una secta ilegal. Justino Mártir dice que fue el atractivo moral de los seguidores de Cristo que le movió a considerar su doctrina.

Pero algo cambió en el amanecer del 3º siglo. La moralidad de la iglesia comenzó a disminuir, no universalmente, pero en ciertos lugares. Esto nos lleva de nuevo a la función del Bautismo en el ministerio de la Iglesia y en las vidas de los creyentes.

El libro de los Hechos de los Apóstoles presenta al bautismo de agua de la misma manera que algunas iglesias hoy usan como un llamado al altar. Era una forma de que la gente que viene a la fe en Cristo podía hacer una confesión pública de su Fe. La Iglesia usaba al bautismo como una manera de dar a las personas una manera de marcar su inclusión en la Comunidad Sagrada = Communio Sanctorum. Pero durante los próximos 200 años, este entendimiento del bautismo se transformó en un acontecimiento mucho más significativo espiritualmente. El bautismo fue transformado en algo que pensaban que cancelaba todos los pecados cometidos hasta ESE momento. Después del bautismo, se creía que ciertos pecados requerían una penitencia especial para ser quitados, y si esos pecados eran lo suficiente severos, entonces estaban más allá del perdón. Había 3 pecados que eran considerados especialmente odiosos; la apostasía, el homicidio, y la inmoralidad sexual. Estos pecados tal vez podían ser perdonable por Dios, pero la iglesia no podía restaurar a los culpables a la congregación. Los violadores fueron excomulgados y negados el acceso a la Comunión, que al igual que el Bautismo había tomado aun más importancia que como un memorial del sacrificio de Cristo. Los elementos de la Cena del Señor fueron vistos como alimento espiritual que nutria la gracia por la cual que los creyentes mantenían su salvación. Entonces, el ser cortado de la Comunión significaba estar en peligro de exclusión de aquellos que habían logrado el cielo. Ignacio se refería al pan y al vino como “la medicina de la inmortalidad y el antídoto de la muerte”.

Las cuestión de los obispos y el bautismo se juntaron durante la 1º mitad del 3º siglo. Este fue una época de paz relativa para la Iglesia, cuando la persecución a manos de funcionarios Romanos había enfriado ligeramente. En varios lugares, los Cristianos no sólo eran toleradas, pero ganaron favor. Este favor produjo un aflojamiento y menos enfoque en las expectativas morales que los creyentes tenían los unos hacia los otros. Los pecados que antes habían incurrido ser reprendidos quedaron desatendidos, mientras que aquellos que habían llevado a separación de la congregación fueron perdonados.

Uno de los primeros en conceder la reconciliación a los pecadores arrepentidos fue Calixto, obispo en Roma desde el año 217 a 222. Él restauró a los adúlteros arrepentidos. Calixto comparó la Iglesia con el arca de Noé, en el que había al mismo tiempo lo limpio y lo inmundo. Era una escuela donde los pecadores aprendían a ser santos, un hospital donde los enfermos podían recuperarse.

Pero entonces Calixto fue más allá. Defendió su posición afirmando que → como obispo en Roma el era heredero de la autoridad del Apóstol Pedro, quien había recibido de Jesús las llaves de autoridad que definían a la Iglesia en creencia y practica, no sólo en Roma, pero en toda la Iglesia. Esas llaves, Calixto decía, incluida el poder de desatar o atar la culpabilidad de las personas. Esta fue la primera vez que tal autoridad fue clamada por un obispo de Roma.

Cuando Tertuliano, un destacado obispo de África del Norte escuchó este pronunciamiento por Calixto estuvo sumamente sorprendido y dijo, específicamente con respecto a la cuestión de qué hacer con la gente que había sido excomulgada, “no perdonamos a los apóstatas. Vamos a perdonar ahora a los adúlteros?” Mientra que la objeción de Tertuliano estaba de acuerdo con la generación anterior, pero ya no estaba en favor entre las iglesias de Europa. Mientras  que Tertuliano expreso la opinión de la mayoría de África del Norte donde el trabajaba, los obispos y las iglesias al Norte del Mediterráneo estaban de acuerdo con Calixto. Su razonamiento fue más allá; si los adúlteros pudieran ser reconciliados a sus iglesias, ¿por qué no los apóstatas? Y así podemos ver la escena establecida para las controversias Novatianistas y Donatistas del 3º siglo y los consideraremos en nuestro próximo episodio.

Al concluir éste, permítanme ser claro. Mientras que Ignacio de Antioquía fue la voz mas antigua de los que propusieron que las iglesias locales deberían ser conducidas por un solo anciano-pastor, que podemos considerar como un pastor, pero se le dio el título de obispo – Ignacio NUNCA se insinuó la idea de que toda la Iglesia debería haber unida bajo un único Obispo.

No fue hasta Calixto a principios del 3º siglo. que alguien floto la idea de que el obispo de Roma no sólo era el pastor principal de la capital, sino también de la Iglesia de todo el mundo. Los obispos de la iglesia Romana pudieron haber ser sido de hecho, líderes dinámicos, como correspondía a una iglesia de miles, pero esta idea de ser el heredero espiritual de Pedro, la suma Autoridad era algo nuevo.

Ahora, sé que esto va a llamarle la atención a algunos, pero permítanme utilizar un ejemplo para mostrar cómo lo que Calixto’ reclamo fue recibido por los demás obispos de la época. Imagínate que hoy que el pastor de una de las iglesias más grandes y más antigua de la ciudad, condado o provincia envia una carta o un correo electrónico a todas las otras iglesias en la región, diciendo que porque su iglesia era más vieja y más grande, él ahora se ha convertido en su líder; y deberían obedecerle y seguir sus decisiones. Cómo sería recibido? Probablemente no tan bien.

Bueno, así es como la mayoría de los obispos respondieron a la reclamación a Calixto. Fue una combinación de factores y opiniones divergentes entre un puñado de iglesias principales en sus respectivas regiones que en un futuro dio a  Roma y su obispo el poder de asumir un papel más importante, en vez de sólo una de las muchas iglesias. Pero ese también, es el tema de un episodio posterior.