El Episodio de esta semana se llama, “Contra Munda

En nuestro último episodio observamos cómo el emperador Constantino esperaba que el Cristianismo sería una influencia unificadora en el lejano y agitado Imperio Romano. Pero tan pronto como él y su co-emperador Licinio aprobaron el edicto de Milán, la concesión de tolerancia religiosa para todos los sujetos del Imperio, los debates teológicos y doctrinales que habían estado en creciendo durante años comenzaron a salir a la superficie.

Cuando la Iglesia estaba siendo aplastada por la persecución antes de Constantino, los Cristianos tenían una amenaza inminente por la cual preocuparse. Pero ahora que la persecución se había levantado, cuestiones secundarias se movieron al frente.

Como vimos en la conclusión del último episodio, los Donatistas en el Norte de África pidieron al Emperador que fuera el mediador en su controversia con los no-Donatistas. En el Concilio de Arles, los Donatistas perdieron el debate sobre si los líderes de la iglesia que habían lapsado o negado la fe podrían ser reinstalados. Cuando se negaron a obedecer al concilio, Constantino envió tropas a Cartago, la Iglesia principal en el Norte de África, para imponer su voluntad. Por primera vez, el poder del Estado fue utilizado para forzar la política de la Iglesia sobre los demás cristianos. Un interesante dato del Concilio de Arles fue la presencia de 3 Obispos de Gran Bretaña. Esto nos da una idea de hasta qué punto el Evangelio había penetrado al comienzo del 4ª siglo.

Pero la polémica Donatista no fue la única o el debate mayor que afectaría a la Iglesia en ese momento. El mayor desafío doctrinal que afronto a la Iglesia fue cómo entender la persona de Jesucristo. Un pastor de una iglesia cerca de Alejandría, Egipto llamado Ario se convirtió en el campeón de una posición que dijo Jesús era humano pero no Dios.

Al embarcarnos en este capítulo de la Historia de la Iglesia, permítanme comenzar diciendo que fue en estos primeros años, cuando los líderes de la iglesia, contendían sobre la identidad de Cristo y de su relación con el hombre y Dios, que se asentaron las bases teológicas de lo que tenemos hoy como Ortodoxia. Se necesitaron muchos años y varios consejos antes de que los padres de la Iglesia hubieran terminado el trabajo de capturar la esencia de lo que ahora llamamos doctrina ortodoxa con las palabras correctas para expresarlo. El camino a seguir no fue fácil. El camino estuvo plagado de gran tribulación, angustia y, a veces, el derramamiento de sangre. Comenzó con un debate sobre la naturaleza de Cristo; era Dios, o hombre, o ambos? Si era ambos, ¿cómo podemos entenderlo; tenía 2 naturalezas o 1 naturaleza híbrida que combinaba las 2? Y si Jesús es Dios, entonces ¿cómo podemos describir a Dios como uno, sin embargo, ser Padre e Hijo? Ah, y no te olvides del Espíritu Santo? ¿Cómo vamos a describir todo esto sin decir algo sobre Dios que es falso?

Les advierto que al llevar todo esto al 5º y 6º siglo, especialmente en los debates sobre cómo entender la naturaleza de Cristo, vamos a ver algunos de los líderes de la iglesia actuando de una manera decididamente no-Cristiana. Uno de los Concilios de la Iglesia llamados a resolver esta cuestión, terminó en un sangriento motín! Estén listos porque tenemos algunas cosas divertidas e interesantes por delante.

Por ahora, dense cuenta que lo que estamos viendo en esta era al examinar la Historia de la Iglesia es muy importante y servirá como marco para el curso de la vida de la Iglesia en los próximos 300 años.

¿Cómo explico el debate que surgió en el desafío que Ario presentó?

Bueno, debido a sus antecedentes paganos, muchas personas no creían que Dios experimentaba emociones como los seres humanos las experimentan. Sin embargo, es claro en los Evangelios que Jesús si experimento tales emociones. Por lo tanto, parecía lógico determinar que Jesús no pudo haber sido divino, porque si lo fuera, entonces Dios también experimentaba las emociones humanas. La solución de Ario fue que Jesús fue la primera y más grande creación de Dios. Negando que Jesús fue eterno, él dijo, “una vez, el Hijo no existió.” Ario quería conseguir que sus ideas se grabaran en la mente del público rápidamente, por eso puso su doctrina en cortas melodías pegajosas y pronto, muchos estaban cantando sus canciones.

La posición de Ario fue muy popular entre la gente común que encontraban las doctrinas cristianas de la Encarnación y la Trinidad difíciles de entender. ¿Cómo pudo haber 1 Dios que eternamente se manifestara como 3 personas? La Descripción de Jesús de Ario era como una especie de héroe divino bajo el manto 1 Dios encajo más fácilmente con su trasfondo pagano, por lo cual adoptaron su teología. Si bien la doctrina de Ario se propagó rápidamente entre sus vecinos paganos, aquellos con una conciencia más cercana de la Biblia se opusieron a sus opiniones aberrantes. Ellos compusieron su propio coro que hoy es conocido como el Gloria Patri: “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; como era en el principio, ahora y siempre será, mundo sin fin.”

Alexander, el Obispo de Alejandría, y el supervisor espiritual de Ario, lideró la oposición a Ario y convocó a un grupo de líderes de la Iglesia en el año 320. Ellos examinaron la teología de Ario y fue declarada herética. Cuando Ario se negó a retractarse, lo excomulgaron. Ario se dirigió entonces a a la capital oriental del Imperio en Nicomedia y pidió apoyo de su amigo, el Obispo de la iglesia allí, un señor llamado Eusebio. Pero no el historiador de la iglesia, Eusebio, que vivía en el mismo tiempo.

Los 2 Iglesias más influyentes del Oriente estaban en oposición entre ellas, Nicomedia, la base política del Imperio y Alexandria, el centro intelectual. Porque Ario tenia el respaldo de Eusebio, se sintió alentado para volver a Alejandría. Cuando lo hizo, hubo disturbios en las calles. Pero entonces, si usted sabe algo acerca de la antigua ciudad de Alejandría, las revuelta y disturbios eran sus pasatiempos favoritos. Ellos causaban disturbios de la misma manera que nosotros vamos a un juego de futbol; era un deporte público.

Al crecer y propagarse la controversia Ariana, el Emperador Constantino se dio cuenta que si él no tomaba acción, la Iglesia en lugar de proporcionar esa unidad muy necesaria en el Imperio, se convertiría en una de las principales fuentes de disturbios y desorden. En el año 325 hizo un llamado a los líderes de la Iglesia de todo el Imperio para asistir a un consejo especial en la ciudad de Nicea en lo que ahora es Turquía moderna, con todos los gastos pagados por el. Unos 300 obispos lograron llegar, lo suficiente para que en el Concilio de Nicea hubiera una notable representación de toda la Iglesia. Muchos de los que asistieron todavía tenian las cicatrices y marcas de la persecución de Diocleciano. Cuando se reunieron, encontraron un trono para el Emperador en medio de la sala. Se sentó ricamente vestido de ropas enjoyadas correspondiendo más a un Monarca Oriental que a un Emperador de Roma.

Constantino asumió que la controversia Arriana era simplemente un debate semántico; una pelea y discusión más sobre palabras y que una reunión de los líderes Cristianos mas importantes era todo lo que se necesita para resolver la controversia. Sí, vamos a conseguir que todos juntos en un solo lugar, hablen de hombre a hombre, cara a cara. No cabe duda de que vamos a llegar a un compromiso,  ¿verdad? → así que, él comenzó el Consejo con una platica motivacional acerca de la importancia de su tarea como lideres y después, les entrego la reunión a ellos. La profundidad de su inocencia fue rápidamente revelada.

Los relatos de los que paso en el Consejo revela que la cuestión doctrinal planteada por Ario fue resuelta rápidamente, pero fue cómo Ario fue manejado por el Obispo Alexander que se convirtió en el principal punto de debate.

El Arrianismo fue declarado herético. El Consejo confirmó la divinidad y humanidad de Jesús como el Hijo de Dios. Constantino le pidió a su amigo, el Obispo Eusebio de Cesárea, el famoso historiador, que presentara su credo, su declaración de fe, como algo que todo el Consejo podría aprobar como su declaración unida. Pero el Consejo no encontró a Eusebio lo suficientemente claro en su creencia en la deidad de Jesús y presento en su lugar un credo ofrecido por el Obispo de la ciudad Española de Córdoba, un hombre llamado Hosius, otro favorito del emperador. Aún así, el Consejo no llegaba a un acuerdo, y Constantino, con todo su trabajo del Imperio, se impacientó y presionó a los Obispos a reconocer lo que hoy conocemos como el Credo de Nicea, el estándar aceptado la Iglesia Romana y  Oriental.

Cito el Credo de Nicea…

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz…

Luego vienen las líneas que el Consejo escribió específicamente para tratar con el error Arriano –

Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
(recordemos que la frase; será importante más adelante),  por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Sólo 2 de los 300 obispos presentes se negaron a firmar el credo. Junto con Ario, fueron desterrados. Constantino asumió que la controversia Arriana había sido tratada, de modo que ahora la Iglesia podía ayudarle a unir al Imperio. Para marcar el inicio de un nuevo y glorioso día de la Iglesia y su cooperación con el Estado, Constantino celebró dando un gran banquete antes que los obispos regresaran a sus países.

Fue todo un espectáculo, estos hombres que todavía tenían las cicatrices de la persecución del emperador anterior, ahora el emperador los celebraba como invitados, comían en su suntuosa mesa, reclinándose en su propio sofá! Custodiados por sus guardaespaldas. Un hombre, que le faltaba un ojo por tortura de Diocleciano, recibió un honor especial; incluso Constantino le besó la mejilla!

Pero en los años que siguieron, algunos de esos obispos fueron expulsados de sus puestos de trabajo cuando se opusieron a esta o aquella decisión Imperial. Una Jerarquía creció alrededor de Constantino, y con asesores auto-nombrados del Emperador sobre el estado de la Iglesia. Si no les gustaba a algunos de sus colegas, se les acusaba de algún delito, y el recién ungido enemigo era exiliado y reemplazado con alguien más susceptibles a escuchar al acusador. Y tan frecuentemente como un obispo caia de favor Imperial y era desterrado, así de rápido podía llegar a ser llamado cuando Constantino cambiaba su grupo asesores por otros. El papel de líder de la Iglesia se convirtió en una especie de sillas musicales.  El día de hoy sirviendo, mañana estas afuera, pero regresa el día después, manteniendo su equipaje listo en todo momento.

Un ejemplo de esto es la carrera de Atanasio.

Atanasio era un joven asesor al Obispo Alejandro de Alejandría que lideró la oposición a Ario. Atanasio era un diácono chaparro y de piel oscura que sus enemigos llamaban el Enano Negro. Como hombre joven, pasaba horas con sus héroes, los monjes en el desierto fuera de Alejandría. La palabra monje significa “solo” y tomó su nombre del aislamiento que buscaban. Atanasio se tomó sobre sí mismo la tarea de asegurarse que tuvieran comida y otras necesidad para que se dedicaron a Dios literalmente huyendo del mundo.

Atanasio tenía una mente aguda y vivió una vida muy disciplinada. Incluso a una edad temprana su brillantez fue respetada y cuando Alexander hizo el viaje a Nicea para el famoso Concilio, llevo a Atanasio con él. No mucho después de volver de Nicea, Alexander cayó enfermo y le pidió a Atanasio que le sustituyera. Pero Atanasio quería servir, no dirigir. Huyó, pues, a sus amigos, los monjes del desierto. Ellos le convencieron de su vocación para dirigir a la Iglesia & regresó como obispo de Alejandría. Él tenía 33 años.

Constantino no quería deshacer las conclusiones del Concilio de Nicea, pero también conocía que la posición Arriana todavía era popular entre muchos de la gente común. Él pensó que sería mejor que a Ario se le permitiera regresar a Alejandría como miembro de la Iglesia. Pensando que ahora que Alexander, el hombre que había conducido la oposición estaba fuera del camino, Atanasio se sometería a la autoridad Imperial y consentir que Ario volviera. Él no podría haber estado más equivocado.

Atanasio se opuso al Emperador y se negó a moverse, incluso cuando Constantino amenazó expulsarlo. Ellos lucharon por este tema por 5 años, cuando finalmente el emperador tuvo suficiente y Atanasio fue encontrado culpable de traición. En los 40 años que Atanasio fue obispo, fue desterrado y restaurado 5 veces dependiendo de los vientos de la fortuna y como estaba en el favor del Palacio Imperial. En un momento, se encontró tan completamente fuera de la buena voluntad de Emperador que incluso sus seguidores lo habían desertado. Fue durante este período que escribió y habló de su dedicación y lealtad inquebrantable a Jesús como Rey sobre todos los reyes terrenales, diciendo que nada podría debilitar su determinación a amar y servir a Dios, incluso si esto significaba “Atanasio Contra Munda” = Atanasio contra el mundo.

Recuerden que hace un solo hace un momento al leer el Credo de Nicea, les pedí que recordaran la la frase que Jesús era de una naturaleza o sustancia con el Padre. No mucho después del Concilio de Nicea, un grupo de líderes de la Iglesia decidió suavizar la posición de Nicea y moverlo un poco hacia la opinión Arriana. Ellos decían que Jesús no era la MISMA sustancia que el Padre, sino que era una sustancia SIMILAR. En Griego, es la diferencia de una letra” entre Homo-ousiosmisma sustancia & la nueva terminología propugnaban – Homoi-ousios – sustancia similar.

Como es de esperar, Atanasio promovió la interpretación clásica de Nicea del homo-ousios en contra de los Medio-Arrianos y su declaración de homoi-ousios. Ahora esto puede parecer una diferencia insignificante para muchos de nosotros, pero resultó ser de enorme importancia. Si se abre la puerta, incluso dando un pequeño paso para comenzar a pensar de Jesús como algo diferente, en esencia, desde el Padre, no sería mucho antes que su deidad sería descartada por completo. Entonces, no estaríamos siguiendo el Jesús de la Biblia; el verdadero Jesús de la historia. La solitaria y firme determinación de Atanasio al aferrarse a lo que la Biblia decía acerca de Dios, en lugar de ir junto con la doctrina de la mentalidad políticamente-correcta de su día es uno de los más importantes y heroicos momentos, no sólo en la historia de la Iglesia, sino en toda la historia. Este fue uno de esos momentos que al parecer la verdad pendía de un hilo; un hilo que se parecía mucho a la letra “i”.

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Terminamos este episodio con esto . . .

Uno de las contribuciones más importantes de Constantino a la historia fue su traslado de su capital a Bizancio desde la deteriorada ruina de la gran pero ya agotado y cansada ciudad de Roma. Bizancio estaba situado en el cruce geográfico importante para el mundo antiguo y era una maravilla, que nadie había reconocido lugar estratégico antes de esto. Se asentaba en el cuello estrecho del Bósforo, la unión que controlaba el flujo del comercio marítimo entre los mares Mediterráneo y Negro. Estaba ubicada no lejos de la capital oriental de Diocleciano en Nicomedia que significaba una fácil reubicación de la capital. Constantino decidió convertir la pequeña aldea a un brillante nuevo centro de la civilización y pudo darle un buen comienzo al proyecto antes de su muerte en 337 d.C.

Al ser la capital Oriental, también se convirtió en un importante centro y sede de la Iglesia, que podría competir con Roma por los derechos de jactarse sobre que Iglesia gobernaba al mundo Cristiano.

A la muerte de Constantino era como si un mensaje fue enviado a las fronteras que ya era hora de que los enemigos de Roma empezaran a empujar sus fronteras hacia atrás. En Asia Central, los Hunos presionaron hacia el Oeste sobre los Godos, que a su vez presionaban a Roma en la frontera Oriental. Otro grupo conocido como los Visigodos finalmente pudo llegar todo el camino a Roma en 410 y saqueó la ciudad. Su líder era Alarico, quien había sido influenciado por el Arrianismo.

En los próximos años, más Orientales llegaron a su manera a través de Europa, trayendo más ruina. Cada oleada sucesiva era como otra bofetada en la cara de la una vez gran Roma, que por aquel entonces era poco más que una sombra de lo que había sido. Los Francos, Alanos, Vándalos y Ostrogodos todos tuvieron su turno golpeando a los Romanos.

Los Vándalos, que comenzaron su campaña de terror y saqueo en las estepas de Asia, cruzaron el Rin, araron un surco profundo en España, tomaron barcos para cruzar el Estrecho de Gibraltar y aterrizaron en África donde escucharon había fabulosas riquezas esperadas les esperaban. Furiosos que las riquezas que soñaban no estaban allí, se dirigieron a un desenfreno de destrucción que dejó su nombre “Vándalo” a las generaciones futuras en el sentido de que alguien viniera a traer ruina inútil y cruel.

Una de las ciudades que destruyeron en África fue la de Hipona, donde un Obispo llamado San Agustín servía como Pastor. Agustín se convirtió en uno de los teólogos más importantes de la Historia de la Iglesia. Murió durante el batalla con los Vándalos. Cuando finalmente conquistaron y destruyeron la ciudad, los Vándalos tan respetaron a Agustín que con mucha dificultad preservaron su iglesia y la amplia biblioteca que había acumulado.

Agustín de Hipona fue una influencia monumental en la Historia de la Iglesia y que volveremos a ver en un futuro episodio.