El episodio de esta semana es, “Manteniendo un Registro

Los primeros 3 siglos de la historia de la Iglesia son a veces un rompecabezas difícil de armar porque no se mantenía ningún sistema coherente de narrativa histórica.

El narrativo histórico de Lucas en el libro de los Hechos narra un lapso de unos 30 años aproximadamente y narra la propagación de la fe de Jerusalén a Roma. El siguiente relato no llegaría hasta los escritos del historiador cristiano Eusebio, en el 4º siglo.  Lo qué tenemos en un período de más de 200 años son los escritos de los Padres de la Iglesia cuyas cartas dan solamente una idea parcial de lo que estaba sucediendo. Tenemos que inferir y asumir un montón eligiendo qué hechos y información podemos encontrar acerca de lo que estaba sucediendo. Como hemos visto, la labor de los Padres de la Iglesia se centraba principalmente en proveer apoyo en el área pastoral y apologético. Construyendo un contexto histórico para este período proviene de la fusión de relatos seculares de la historia con los comentarios de los Padres. Pero con el trabajo de Eusebio al principio del 4 siglo, la narrativa se vuelve mucho más clara.

Eusebio comenzó a compilar su magnum opus de Historia de la Iglesia en los 290’s. Titulado Historia Eclesiástica, es un intento de proporcionar una descripción de la Comunión de los Santos, desde los Apóstoles hasta su tiempo.

Eusebio nació y fue criado en Cesárea, en la costa de Israel. Éra un estudiante del líder cristiano Pánfilas, quien fue él mismo un estudiante del gran apologista Orígenes. Eusebio se convirtió en el Obispo de Cesárea en el año 313 d.C.. Desempeñó un papel importante en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C., en cual examinaremos más de cerca en un futuro episodio.

Eusebio es una figura clave en el estudio de la Historia de la Iglesia, porque su Historia Eclesiástica es la primera obra después de la de Lucas en intentar una narrativa histórica de la Fe. Eusebio también es una figura importante debido a su cercana asociación con el Emperador Constantino.

Quiero citar la apertura de la narrativa de Eusebio porque nos da un sentido de que tan monumental fue su obra. Él sabía que estaba intentando reconstruir una narrativa de la Iglesia con escasos recursos.

En el capítulo 1, que él llamó, “El Plan de la obra”, escribe –

Es mi propósito escribir un relato de la sucesión de los apóstoles, así como de los tiempos que han transcurrido desde los días de nuestro Salvador al nuestro; y relacionar los muchos acontecimientos importantes que se dice que han ocurrido en la historia de la Iglesia; y mencionar quienes han gobernado y presidido en las parroquias más prominentes de la Iglesia, y aquellos que en cada generación han proclamado la palabra divina, ya sea oralmente o por escrito.

Es mi propósito también dar los nombres y número de veces que individuos a través del amor de la innovación han caído en grandes errores, y se han proclamado como descubridores de conocimiento llamado falsamente, y como lobos feroces sin piedad han devastado la grey de Cristo. …

Pero al principio debo anhelar por mi trabajo la indulgencia de los sabios, porque confieso que está más allá de mi poder producir una perfecta y completa historia, ya que soy el primero en entrar en el tema, y estoy intentando atravesar un camino no trazado, una ruta solitaria. Mi oración es que pueda tener a Dios como mi guía y el poder del Señor como mi ayuda, desde que soy incapaz de encontrar incluso los meras huellas de quienes han recorrido el camino delante de mí, excepto en breves fragmentos, en los que algunos en una forma, otros en otra, nos han transmitido relatos particulares de los tiempos en que vivían. Desde lejos, levantan sus voces como antorchas, y gritan, como de alguna noble y llamativa torre de vigilia, amonestándonos por donde caminar y cómo dirigir el curso de nuestra labor constante y segura.

Habiendo reunido por tanto de las cuestiones mencionadas aquí y allí por ellos lo que consideramos importante para el presente trabajo, y habiendo arrancado como flores de un prado pasajes correspondientes de antiguos escritores, nos esforzaremos para encarnar el conjunto en una narrativa histórica. …

Este trabajo me parece de especial importancia porque no conozco de ningún escritor eclesiástico quien se ha dedicado a este tema, y espero que resulte más útil para aquellos que gustan de la investigación histórica.

Eusebio desconocía cualquier intento anterior para proporcionar una narrativa histórica del desarrollo de la Fe desde el final del primer siglo a su tiempo en la primera parte del 4 siglo, un período de un poco más de 200 años. Desde una perspectiva moderna, el relato que Eusebio cuenta podría ser considerado sospechoso, ya que se basa en la tradición y en el mejor de los casos, pruebas fragmentarias. Lo qué se debe tener en cuenta es la importancia de la tradición oral y la exactitud de esa transmisión durante largos períodos de tiempo. Porque el mundo antiguo no poseía abundantes y baratos medios de grabación de información, dependía de la tradición oral y la memorización mecánica. Con la llegada de la imprenta y medios más económicos, la prioridad de la tradición oral disminuyo. Eusebio tenia fuentes escritas y orales para usar como materiales originales. Su trabajo puede ser considerado confiable, pero al mismo tiempo cuestionable cuando se inclina hacia la antigua practica del uso de la historia como propaganda.

Al volver a la narrativa cronología de la historia de la Iglesia tenemos que retomar la historia en el reinado de Diocleciano, quien presidió sobre la última y en muchas formas peores de las persecuciones bajo los Emperadores Romanos.

Aunque los cristianos recuerdan a Diocleciano por la persecución, fue en verdad uno de los más eficaces de los Emperadores Romanos. En el momento al cual llegó al trono, el Imperio Romano era un vasto y complicado monstro de territorio para gobernar. La ciudad de Roma era una vieja y podrida reliquia de su antigua gloria. Por esa razón Diocleciano trasladó su capital hacia el este hasta Nicomedia en Asia Menor, la actual Turquía. En lugar de tratar de ejercer control sobre todo el imperio como única autoridad, Diocleciano nombró a Maximiano como co-emperador para gobernar la mitad occidental del Imperio desde Roma mientras el gobernó al Oriente.

Uno de los problemas persistentes que habían causado tanta agitación en las últimas décadas, era la cuestión de la sucesión; quién gobernaría después de los actuales emperadores? Para evitar ese caos, Diocleciano nombró sucesores duales para él y Maximiano. Flavio Constancio se convirtió en el sucesor de Maximiano mientras Diocleciano tomó a Galerio. Esto estableció lo que se conocía como el Tetrarcado.

Mientras Diocleciano no tenía sentimientos de amistad para los seguidores de Cristo, fue realmente su sucesor Galerio que le movió a iniciar una campaña de persecución. Galerio era un comandante militar que pensaba que las ideas cristianas llevaban a sus tropas a ser malos soldados. Él sabía que su lealtad estaba sumamente con su Dios y pensaba que esto hacia a sus tropas no confiables. Galerio también era un pagano dedicado, que creía en las deidades Romanas. El atribuía cualquier contratiempo para el ejército o cualquiera de los frecuentes desastres naturales que sacudieron al Imperio, como prueba del disgusto de los dioses por tantos ciudadanos de Roma que se estaban pasando al nuevo dios. Así que fue realmente por la insistencia de Galerio a Diocleciano por la cual el aprobó las severas medidas tomadas en contra los Cristianos y sus iglesias. Cuando Diocleciano se retiró a su villa para cosechar verduras y le cedio la mitad oriental del Imperio a Galerio, la persecución, aumento.

Eventualmente, Constancio igualmente sustituyo a Maximiano en el Oeste, casi al mismo tiempo que Galerio asumió el manto en el Oriente. Aquí fue cuando el tetrarcado de Diocleciano se empezó a desmoronar. Galerio decidió que quería ser el emperador único y secuestro al hijo de Constancio, Constantino, quien había sido nombrado sucesor de su padre en el Oeste. Cuando Constancio cayó enfermo, Galerio concedió permiso a Constantino para visitarlo.

Constancio murió, y Constantino exigió que Galerio lo reconociera como su co-emperador. No hay duda de Galerio hubiera lanzado una campaña militar en contra de Constantino para poder reinar en el imperio de Oeste, pero Galerio se encontraba afligido con una enfermedad mortal. En su lecho de muerte, Galerio admitió que su política de persecución hacia los Cristianos no había resultado y rescindió su orden de opresión.

En el oeste, Constantino encontró que su derecho por el trono de su padre era negado por el hijo de Maximiano, Majencio. El enfrentamiento entre ellos es conocido como la Batalla del Puente Milvian. Majencio no quería a Constantino marchando sus tropas en Roma, por lo que derribo el puente Milvian después de haber marchado a sus tropas a través de el para enfrentar a Constantino. Tenia un plan en el caso de que la batalla iba en contra de el, y había construido un puente temporal de una cadena de embarcaciones a través del río.

En este punto, la historia se pone un poco confusa porque ha habido muchos que han escrito acerca de lo ocurrido y los informes son variados. El día antes de la batalla, Constantino oró, y es más probable que fue al dios del sol. Cuando él lo hizo, miraba hacia el sol y vio una cruz. Entonces, o vio las palabras o las oyó que decían, “Por este signo, Conquistaras.” Esa noche mientras dormía, Jesús se le apareció en sueños, diciéndole que colocara un símbolo cristiano en los escudos de sus soldados. A la mañana siguiente, tiza o gis fue distribuido y rápidamente los soldados pusieron lo que se llama el “Chirón” en sus escudos. Chi y Rho son las 2 primeras letras de la palabra griega Cristus, Cristo. En español parece una P en la parte superior de un X.

Cuando los dos ejércitos pelearon, los veteranos de Constantino derrotaron a los mas numerosos pero menos experimentados de Majencio, quienes huyeron por su puente improvisado. Al cruzar, Majencio cayó al agua y se ahogó. Constantino entonces marcho victoriosamente entrando en Roma.

Un año más tarde, él y su nuevo co-emperador Licinio publicaron lo que se conoce como el Edicto de Milán, que decretó un fin a todas las persecuciones religiosas, no sólo de los cristianos, sino de todos las creencias. Para Constantino, Jesús era ahora su divino patrón y la cruz, un emblema de vergüenza y escarnio por generaciones, se convirtió en una especie de talismán. En lugar de ser un símbolo de la brutalidad de Roma en la ejecución de sus enemigos, la cruz se convirtió en un símbolo del poder imperial.

A los obispos se les comenzó a llamar sacerdotes al conseguir la igualdad con sus opuestos en los templos paganos. Estos sacerdotes cristianos eran mostrados favores especiales por Constantino. No le tomó mucho tiempo a los sacerdotes paganos a darse cuenta de la forma en que los vientos de favor político estaban cambiando. Muchos se convirtieron.

Ahora ha habido mucho debate sobre la legitimidad de la conversión de Constantino. Fue verdaderamente nacidos de nuevo o fue simplemente un astuto político que reconocía una tendencia social que podía usar y girar a su favor? Muchas personas están en desacuerdo sobre este tema y es improbable que mi pequeña ofrenda cambie de parecer a ninguno de ellos. Pero creo que Constantino fue probablemente un verdadero cristiano. Ciertamente él hizo algunas cosas después de su conversión que son difíciles de conciliar con una fe sincera, pero tenemos que recordar que la base moral con la cual creció como hijo de un Cesar y como general de las legiones Romanas era muy diferente de la moral Bíblica que ha formado nuestra civilización actual. Asimismo, las acciones de Constantino que son tan decididamente no-cristianas, como asesinar a los que amenazaban su poder, pudieron haber sido racionalizadas no como actos personales tanto como intentos de asegurar la paz y la seguridad del Imperio. Ya sé que es una exageración, pero cuando se analiza la historia, tenemos que tener cuidado de no juzgar a las personas cuando no tenemos a nuestra disposición todos los hechos en nuestras manos que ellos tuvieron.

Si pudiéramos sentarnos con Constantino y decir, “No deberías haber ejecutado a ese chico.” Él podría muy bien haber dicho algo como, “Sí, como cristiano, yo no debería hacerlo. Tienes razón. Pero yo no lo ejecute por enojo personal o sospecha o por mero egoísmo. Realmente me molesta que tuve que hacerlo; pero descubrí que era trataba de conspirar para usurpar mi trono y esto hubiera arrojado al imperio en años de guerra civil y caos.” A cual nos gustaría responder “Bueno Constantino, usted necesita confiar en Dios. Él te protegerá. Él te puso en el trono, él puede mantenerte allí.” y Constantino podría contestar “Sí, lo he considerado y estoy de acuerdo. Pero es una decisión difícil. Necesita entender, que en términos de mi vida personal, yo confío en Dios. Pero cuando se trata de mi rol como Emperador, necesito tomar decisiones difíciles que otros que no están en esta posición no pueden entender”.

No olvidemos que Constantino, mientras que era un general competente y un hábil político, fue, en el mejor de los casos, un creyente novato.

Comparto esta pequeña discusión imaginaria porque apunta a algo que vamos a encontrar una y otra vez en nuestra examinación de la Historia de la Iglesia. Muchas veces vemos a las épocas pasadas, lo que creían y las cosas que hicieron, con una actitud de superioridad moral porque nosotros no haríamos las cosas terribles que ellos hicieron, o suponemos que haríamos algunas cosas fallaron en hacer. Tenemos que ser cautelosos con esta actitud, por la sencilla razón de que cuando nos tomamos el tiempo para escuchar las voces del pasado y les permitimos explicar por sí mismos, a menudo encontramos un nuevo entendimiento de la dificultad de sus vidas y opciones. Podemos no estar de acuerdo con ellos, pero al menos podemos darnos cuenta que en sus propias mentes y corazones, pensaban que estaban haciendo lo que era mejor.

Usted va a tener su propia opinión de la sinceridad de la fe de Constantino, pero permítame alentarle a pasar un poco de tiempo buscando lo que Eusebio escribió sobre él y algunas de las decisiones más difíciles Constantino tuvo que hacer durante su reinado.

Algunas de las cosas consideradas incompatibles con una verdadera conversión es que él conservó su título de Pontifex Maximus como jefe del culto religioso del estado. Él también concibió & llevo acabo conspiraciones políticas para eliminar enemigos. Asesinó a aquellos que se consideraba como una amenaza para su poder.

Por otro lado, desde el año 312 d.C., su favor hacia el cristianismo era bastante público. Le otorgó los mismos privilegios a los obispos que los sacerdotes paganos disfrutaban. Prohibió la crucifixión y terminó el castigo de los delincuentes usándolos en las luchas de gladiadores. Él hizo al Domingo un día de fiesta. Su caridad personal construyó varias iglesias grandes. Y su vida privada demostró una consistente fe genuina. Sus hijos fueron educados en la Iglesia y practicó la fidelidad marital, al menos, en la medida de lo que sabemos. Que por supuesto, no era el caso con los emperadores anteriores e incluso la nobleza romana.

Los que los critican, apuntan a la demora del bautismo de Constantino hasta poco antes de su muerte como una falta de fe. Sugiero que debería ser leído exactamente como lo contrario. Recuerde lo que hemos aprendido sobre el bautismo unos cuantos episodios atrás. En ese momento, se pensaba que después del bautismo, existían ciertos pecados que no podían ser perdonados. Así que la gente retrasaba el bautismo a lo mas cerca posible de la muerte, dejando pocas posibilidades para que ese pecado ocurriera. Después de su bautismo, Constantino nunca más uso la púrpura imperial de su oficina sino sólo llevaba su túnica blanca bautismal. Eso suena como él quería entrar al Cielo, y no una omisión casual de ella.

Entre las preocupaciones principales de Constantino al asumir el control del Imperio era la unidad. Fue la unidad y fortaleza que se había llevado a Diocleciano a establecer el tetrarcado. Décadas de guerra civil con un potente general tras otro que se apoderaba y derrotaba a sus rivales habían debilitado y empobrecido desesperadamente al Imperio. Ahora que Constantino reinaba, el confiaba que la Iglesia ayudaría a lograr una nueva era de unidad sobre la base de una fe dinámica y vital. No pasó mucho tiempo antes de que él se dio cuenta de que la cosa con la cual esperaba lograr unidad estaba también fracturada.

Cuando la Iglesia fue maltratada y golpeada por la persecución imperial, fue forzada a ser una. Pero cuando esa presión se quitó, la grietas teológicas que se habían venido desarrollando durante un tiempo resultaron inmediatamente evidentes. La principal de ellas fue la polémica Donatista que recientemente hemos considerado. En el año 314 d.C. los donatistas apelaron a Constantino para resolver la cuestión sobre quién podría ordenar ancianos.

Piensen en que tan importante fue este cambio! La iglesia apeló a la autoridad civil para pronunciar sobre un asunto espiritual! Al hacerlo, la Iglesia pide el patrocinio imperial.

En este punto tenemos que levantar una bandera roja y gritar “¡Peligro! Tengan cuidado peligro!”

Constantino sabía que esta no era una decisión que el era capaz de hacer por su propio cuenta, asi que reunió a algunos de los líderes de la iglesia en Arles en el sur de Francia para decidir la cuestión. Los obispos Donatistas fueron superados por los no-Donatistas – así que usted sabe que paso. Se decidió en contra de los Donatistas.

En lugar de aceptar la decisión, los Donatistas llamaron a los dirigentes que se oponían a ellos como corruptos y etiquetaron el Emperador como su lacayo. La Iglesia se dividió entre las iglesias Donatistas del Norte de África y el resto del mundo, que ahora veían a Constantino como su líder.

Al aumentar las tensiones, el emperador envió tropas a Cartago en el año 317 para exigir la instalación de un obispo que favoraba al gobierno y era opuestos por los donatistas. Por primera vez, pero lejos de ser la última, los cristianos perseguían a otros cristianos. Los opositores de Constantino fueron exiliados de Cartago. Después de 4 años, se dio cuenta que sus tácticas de mano fuerte no estaban funcionando y retiró sus tropas.

Retomaremos la historia en este punto la próxima vez.