Este episodio de Communio Sanctorum se titula: “Y en el Oriente – Parte 1”
En el 5º siglo, el Padre de la Iglesia Jerónimo escribió: “[Jesús] estuvo presente en todos los lugares con Tomás en la India, con Pedro en Roma, con Pablo en Iliria, con Tito en Creta, con Andrés en Grecia, con cada apóstol . . . En su propia región.”
Hasta ahora hemos estado siguiendo el curso mayormente de la Historia Occidental, tanto secular y religiosa, concentrándonos en lo que paso en el Oeste y en el Imperio Romano. Aunque nos profundizamos brevemente en el Imperio Romano Oriental, como Lars Brownworth nos recuerda en su excelente podcast, 12 Emperadores Bizantinos, incluso después que el Occidente cayó en el siglo V, el Imperio del Oriente siguió pensando en si mismo y llamándose propiamente Romanos. Fueron los historiadores posteriores que se refieren a ellos como el Imperio Bizantino.
Recientemente, hemos cambiado el enfoque de nuestra atención al Oriente con la controversia Cristológica del 4º y 5º Siglo. En este episodio, nos quedaremos en el Oriente y seguiremos su ruta de expansión de la fe al moverse hacia el Este. Este es un increíble capítulo muchas veces descuidado en los tratamientos tradicionales de la Historia de la Iglesia. Es tratado ampliamente por Philip Jenkins en su libro, La Historia Pérdida del Cristianismo.
Empezamos todo el camino en el principio, con el apóstol Tomás. Él es vinculado por una tradición bastante sólida de comenzar la propagación del Cristianismo en el Oriente. En la cita del Padre de la Iglesia, Jerónimo, con la cual comenzamos nos enteramos de que el apóstol Tomás llevó el Evangelio al Este todo el camino hacia la India.
A principios del 4º siglo, Eusebio también atribuyó la expansión de la fe en la India a Tomas. Aunque estas tradiciones se enfrentan a algunas controversias, todavía existen el día de hoy los llamados “cristianos de Tomas” en el estado de Kerala en el sur de la India. Utilizan una forma Aramea de culto que tuvo que ser transportada hacia allí desde muy temprano en la historia de la Iglesia. Una tumba y santuario en honor a Tomas en Mylapore está construida de ladrillos utilizados por una colonia comercial Romana que fue abandonado después del año 50 d.C. Hay abundante evidencia de varias colonias comerciales Romanas a lo largo de la costa de la India, con cientos de monedas del 1º siglo y amplias pruebas de comunidades judías. Los judíos eran reconocidos por ser una parte importante de las empresas comerciales romanas. Sus comunidades eran los principales lugares de parada para los misioneros cristianos que seguían el modelo del apóstol Pablo como se describe en el libro de los Hechos.
Una canción conmemorando el rol de Tomas para llevar la fe a la India, no fue escrita hasta el año 1601, pero se dice que la canción había sido preservada en Kerala durante 50 generaciones. Muchos buques comerciales navegaban a la India en el primer siglo cuando el secreto de los vientos del Monzón fue finalmente descubierto, así que es bastante posible que Tomas, efectivamente, hiciera el viaje. Una vez que los monzones fueron finalmente descubiertos, más de 100 buques de comercio al año cruzaron desde el Mar Rojo hasta la India.
Jesús le dijo a los discípulos que anunciaran el Evangelio hasta los confines de la tierra. Mientras que fueron lentos para captar la necesidad de abandonar Jerusalén, la persecución finalmente les motivo para ponerse en movimiento. No es difícil imaginar a Tomas considerando un viaje a la India como una manera literalmente para cumplir el mandato de Cristo. La India hubiera parecido como al final de la tierra. El trabajo de Tomas en la India comenzo en la región noroeste del país. Un escrito del 4º siglo llamado Los Hechos de Tomás dice que él llevó allí a un líder llamado Gundafor a la fe. Esta historia fue rechazada por la mayoría de los eruditos y críticos hasta que una inscripción fue descubierta en el año 1890 junto con algunas monedas que verificaban los 20 años del reinado en el 1º siglo de un Rey Gundafor.
Después de plantar la Iglesia en el Norte, Tomas viajó en barco a la costa de Malabar en el sur. Plantó varias iglesias, principalmente a lo largo del río Pereyra. Predicaba a toda clase de personas y había unos 17,000 convertidos de todas las castas hindúes. Cruces de piedra fueron erigidas en los lugares donde las iglesias fueron fundadas, y se convirtieron en centros de peregrinaciones. Tomas fue cuidadoso en nombrar a dirigentes locales para las iglesias que él fundó.
A continuación, viajó por tierra a la costa sudeste de India y el área alrededor de Madrás. Otro rey local y muchos de sus súbditos fueron convertidos. Pero los Brahmanes, la más alta de las castas de la India, les preocupaba que el Evangelio cambiaria el sistema cultural que estaba a su ventaja, por lo que convencieron al Rey en Mylapore, que arrestara e interrogara a Tomas. Tomas fue condenado a muerte y ejecutado en el año 72 d.C. La Iglesia en esa zona estuvo bajo gran persecución y muchos cristianos huyeron en busca de refugio a Kerala.
Cien años más tarde, según ambos Eusebio y Jerónimo, un teólogo de la gran escuela de Alejandría llamado Pantaenus, viajó a la India para “anunciar a Cristo a los Brahmanes”[1]
Lo que sirvió en confirmar el trabajo de Tomas en la India son los escritos de Bar-Daisan. Al principio del 3º siglo habló de tribus enteras siguiendo a Jesús en el norte de la India y afirmó que habían sido convertidos por Tomas. Tenían numerosos libros y reliquias para demostrarlo. Para el año 226 d.C. había Obispos de la Iglesia del Oriente, en el noroeste de la India, Afganistán y Beluchistán, con miles de laicos y clero involucrarse en la actividad misionera. Una comunidad cristiana tan bien establecida significa que hubo presencia de la fe por los menos por varias décadas.
El primer historiador de la iglesia, Eusebio de Cesarea, a quien le debemos mucho de nuestra información acerca de la Iglesia primitiva, atribuyo a Tomas la propagación del Evangelio en el Oriente. Los que estan familiarizados con la historia del Imperio Romano saben, que los romanos enfrentaban una molestia continua en el Oriente por un grupo Persa tras otro. Su contienda con los Partos y los Sasánidas es cosa de leyenda. La zona de contención entre los romanos y los persas era llamada Osrhoene y su capital era la ciudad de Edesa, situado en la frontera de lo que hoy es el norte de Siria y Turquía oriental. Según Eusebio, Tomas recibió una solicitud de Abgar, el rey de Edesa, para sanar y respondió enviando a Tadeo, uno de los discípulos mencionado en Lucas 10. [2] Así fue como el Evangelio echó raíces allí. Hubo una importante comunidad judía en Edesa de los cuales el evangelio tuvo varios conversos. Las noticias regresaron a Israel de una comunidad de la Iglesia que crecía en la ciudad en paz y cuando estalló la persecución en el Imperio Romano, muchos de los refugiados se dirigieron al Este para establecerse en un lugar que los recibía.
Edesa se convirtió en un centro de la iglesia de Siria y comenzó a enviar misioneros al Oriente a Mesopotamia, al norte de Persia, a Asia Central, y aún más hacia el este. El misionero Mari logró sembrar una iglesia en la capital Persa de Ctesifonte, que se convirtió en un centro de la actividad misionera para la zona.
A finales del 2º siglo, el cristianismo se había extendido por Media, Persia, Partía, y Bactria. Las 2 docenas de obispos, que supervisaban la región llevaron a cabo su ministerio como misioneros itinerantes en vez de quedarse en una sola ciudad y iglesia. Ellos son a los que seguían en los pasos de Pablo; se ganaban su sustento como comerciantes y artesanos que compartían su fe dondequiera que iban.
Para el año 280 d.C. las iglesias de Mesopotamia y Persia adoptaron el termino “Católica” para confirmar su unidad con la iglesia occidental durante los últimos días de la persecución por los Emperadores Romanos. En el año 424 la iglesia de Mesopotamia celebró un consejo en la ciudad de Ctesifonte donde eligieron su primer Obispo principal que tenia jurisdicción sobre toda la Iglesia del Oriente, en la India y Ceilán, lo que hoy es Sri Lanka. Ctesifonte fue un punto importante en las rutas comerciales entre el Este y el Oeste, que se extienda a la India, China, Java, y Japón.
El cambio de la autoridad eclesiástica se movió lejos de Edesa, que en el año 216 se convirtió en tributario de Roma. El establecimiento de un Patriarcado independiente contribuyo a una actitud más favorable por parte de los Persas, al no tener que temer que tuvieran una alianza con los odiados Romanos.
Al Oeste de Persia estaba el antiguo reino de Armenia, que había sido jugada como pelota política entre los Persas y Romanos durante generaciones. Tanto los Persas y Romanos utilizaron a Armenia como un lugar para probar nuevas maniobras diplomáticas el uno con el otro. Los pobres Armenios sólo querían que los dejaran solos, pero no había sido posible, dada su ubicación entre los dos imperios. Armenia tiene la distinción histórica de ser el primer estado que adoptó al Cristianismo como la religión nacional, fue incluso antes de la conversión de Constantino el Grande a principios del 4º siglo.
El que llevó el Evangelio a Armenia fue un miembro de la familia real llamado Gregorio “el Iluminador”. Durante su infancia, la familia de Gregorio fue desterrada de Armenia a Capadocia cuando pensaron que su padre había sido parte de un complot para asesinar al Rey. Como un adulto que se había convertido al Cristianismo, Gregorio volvió a Armenia, donde compartió la fe con el Rey Tiridates quien gobernó al comienzo del 4º siglo. Tirïdates se convirtió y el hijo de Gregorio le siguio como Obispo de la nueva Iglesia de Armenia. Este hijo asistió al Concilio de Nicea en el año 325. La cristiandad de Armenia ha permanecido como una marca importante y distintiva de la Fe, con 5 millones de habitantes, que siguen profesando lealtad a la Iglesia de Armenia[3]
Aunque la persecución llegó a su fin oficial en el Imperio Romano con el Edicto de Tolerancia de Constantino en el año 313, comenzó en la iglesia en Persia en el año 340. La causa principal de persecución fue política. Cuando Roma se hizo Cristiana, su viejo enemigo giro a ser anti-cristiano. Hasta ese punto, la situación era al revés. Por los primeros 300 años fue en el Oeste, que los cristianos fueron perseguidos y Persia era un refugio. Los Partos fueron religiosamente tolerantes y sus sucesores los Sasánidas estaban demasiado ocupados luchando contra Roma para perder tiempo o esfuerzo en los cristianos entre ellos.
Pero en el año 315 una carta de Constantino a su contraparte Persa Sapor II desencadenó el comienzo de un cambio en la actitud Persa hacia Los Cristianos. Constantino creía que estaba escrito para ayudar a sus compañeros creyentes en Persia, pero sólo sirvió para exponerlos. Escribió al joven gobernante Persa: “Me alegra saber que las más bellas de las provincias de Persia están adornadas con los cristianos. Ya que ustedes son tan poderosas y piadosos, los encomiendo a vuestro cuidado y los dejo bajo su protección.”
Los planes y las intrigas que había fluido por generaciones entre Roma y los Persas eran tan intensas que esta carta movió a Sapor a ser sospechoso de la cristianos como espías que estaban trabajando desde el interior del Imperio para traer la caída de los Sasánidas. Cualquier duda se quito, 20 años más tarde, cuando Constantino reunió a sus fuerzas para la guerra. Eusebio nos dice que Obispos Romanos acompañaron al ejército a la batalla. Para empeorar las cosas, en Persia, uno de sus propios predicadores predijo que Roma derrotaría a los Sasánidas.
No es de extrañar, cuando la persecución comenzó un poco después, que la primera acusación en contra de los cristianos era que ayudaban al enemigo. Sapor ordenó un doble impuesto sobre los cristianos y puso a su Obispo como responsable para recogerlo. Sapor sabía que muchos de los cristianos eran pobres, ya que muchos de ellos habían venido desde el Oeste, huyendo de la persecución, y el obispo tendría mucha dificultad en recaudar los fondos. Pero el Obispo Simón se negó a ser intimidado. Declaró al impuesto como injusto y dijo, “¡Yo no soy recaudador de impuestos! Soy pastor de la grey del Señor.”-Sapor declaro que la iglesia estaba en rebeldía y comenzaron las matanzas.
Un segundo decreto ordenó la destrucción de las iglesias y la ejecución de los sacerdotes que se negaron a participar en la ceremonia de adoración del sol patrocinado por los Sasánidas. El obispo Simón fue capturado y llevado ante Sapor. Le ofrecieron un soborno gigantesco para obedecer, él se negó. Los Persas prometieron si sólo él renunciaría a Cristo, el resto de la comunidad cristiana no serían perjudicada, pero que si se negaba serían condenados todos los cristianos a la destrucción. Cuando los cristianos se enteraron de esto, se alzaron protestando que esto era una vergüenza. Así que el obispo Simón y un gran número del clero fueron ejecutados.
Por los próximos 20 años, los cristianos fueron perseguidos desde un extremo de Persia hasta el otro. A veces era masacre general. Pero más a menudo era la organizada eliminación de los líderes de la iglesia.
Otra forma de represión fue la búsqueda de la parte de la comunidad cristiana que era más vulnerable a la persecución; Persas que se habían convertido del Zoroastrismo. La fe se había propagado primero entre los no-persas en la población especialmente de los Judíos y Sirios. Pero al comienzo del 4º siglo, los Persas en grandes números fueron atraídos a la fe cristiana. Para tales conversos, la conversión a la iglesia a menudo significaba la pérdida de todo: la familia, los derechos de propiedad, incluso la vida.
El martirio del obispo Simón y los años de la persecución que siguieron destruyó el liderazgo y la organización de la iglesia Persa. Tan pronto como los cristianos de Ctesifonte elegían a un nuevo obispo, era secuestrado y asesinado. Junto con la motivación anti-romana del gobierno, las persecuciones incluían un profundo trasfondo de fanatismo Zoroastro que surgió como resultado de la conversión de muchos de ellos al Cristianismo; fue un ejemplo espantoso de la envidia religiosa.
Poco antes de la muerte de Sapor II en el año 379, la persecución disminuyo. Duró 40 años y sólo terminó con su muerte. Cuando por fin el sufrimiento cesó, se calcula que cerca de 200.000 cristianos Persas habían sido condenados a muerte.
[1] Yates, T. (2004). The expansion of Christianity. Lion Histories Series (28–29). Oxford, England: Lion Publishing.
[2] Yates, T. (2004). The expansion of Christianity. Lion Histories Series (24). Oxford, England: Lion Publishing.
[3] Yates, T. (2004). The expansion of Christianity. Lion Histories Series (25). Oxford, England: Lion Publishing.